jueves, 10 de noviembre de 2011

Amigos... Simple conocidos o familiares.

Supiste día a día ganarte mi confianza, hacerte compañero de los sinsabores, cómplice de las alegrías. En un mundo de indiferencia y envidia, logramos juntos edificar un mundo perfecto, un oasis sagrado en el que pudiéramos ser nosotros mismos y descansar en la confianza y la comprensión. A pesar de las turbulencias defendimos con entereza nuestro lugar. No cedimos ante los compromisos, la falta de tiempo, el trabajo. Siempre pudimos encontrar un momento en el que nos reuniéramos a compartir nuestras experiencias. Y eso es importante, importantísimo.


Cuando miro alrededor y veo lo difícil que se hace la vida, lo empinada que es la cuesta, sonrío por dentro pensando "no estoy sola, tengo Mi gran amigoo en el cual apoyarme". La verdad es que hay ciertos trayectos de la vida que no hubiera podido transitarlos sola. Tuve momentos de franca desesperación en los que tu mano salvadora llegó justo a tiempo, o en los que tus palabras de aliento sirvieron para que no cayera. , mirando hacia atrás, me maravillo de esas experiencias, casi lloro con nostalgia y admiración por tu fortaleza y dedicación. No sé cuánta gente podrá decir esto de otra persona, ojalá que muchas, pero lo que en realidad siento es que no existen demasiadas personas como tú en este planeta y agradezco a Dios que te haya puesto en mi camino.

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