sábado, 1 de septiembre de 2012

Here I am


Ser bueno hoy en día es ser tomado por bobo, ser justo... Por imbécil, tener moral y honor... Es ser retrógrada...Y  tener compasión es tan solo de débiles. Pero entonces qué le voy a hacer si resulta que soy: Bobo, Imbécil, Retrograda y Débil... Es que casi lo prefiero, lo contrario sería haber caído en un individualismo estúpido que no lleva a más que la soledad.”

Una vez más hizo uso de sus sonrisas para escapar del compromiso que le suponía bailar un vals con Lord Frederick de Montrose. Barón francés, cazafortunas y libertino de primera categoría.
Aún me sorprendía que nadie estuviera al tanto de las jóvenes inteligentes expuestas a la Sociedad Inglesa, terminando a principios de la primera temporada como simples floreros en una silla poco cómoda en mitad de un baile, rodeadas de hipócritas y hombres idiotas que no sabían ver la belleza que ellas ocultaban. Pasaban desapercibidas entre la multitud. No les hablaban, no las miraban, ni escuchaban. Podía resultar una bendición esa situación.
 Pero… ¿Qué pasaba si en medio de tanta multitud estaba el hombre que amaba? ¿El único amor de tu vida pasando largas horas encerrado entre mujeres insípidas, carentes de moral?  Eran bellezas clásicas, casi siempre demasías clásicas. Féminas bien dispuestas a pasar noches a escondidas de sus maridos; aunque sus figuras y caras eran atractivas, pronto comenzaría su declive debido a los rigores de sus indulgentes estilos de vida. Debían demasiado, y pasaban demasiado tiempo en fiestas y salones. A veces eran tan perfectas que comenzaban a aburrir. Mujeres sin moral, simple y llanamente eso.
El amor de verdad solo surgía entre dos personas que tengan mucho en común, ¿cómo entonces encontraría al amor de su vida entre tantos pomposos lores? Los gitanos dicen que los hombres y mujeres son mitades de una sola unidad que ha sido cortada y separada, y que vagamos en busca de nuestro compañero del alma, ese al que estamos destinados. El destino hará que estemos juntos, y si no, el compañero del alma estará todavía ahí fuera, esperándome en algún sitio.
Todo el mundo le decía que era distinta; “es usted una mujer encantadora, querida, sin duda llegará lejos. No es la típica joven y eso la ayudará a dar una buena impresión” me había dicho Lord Avenley. “Era joven y vivaz, una <> según había oído decir a alguien un minuto antes. Una mujer que vestía ropa cara con elegancia y que podía hablar de muchos temas diferentes” le había confesado Rosalie Berkeley. “No importa lo que pase, Evie, eres la clase de persona que siempre sale adelante; posees talento para hacerte amiga de aquellos que pueden ayudarte”, confesó Rand Lancaster.
Sin embargo, mi familia quería  que me casara con un joven educado que jamás me haga daño. Pero no era tan frágil como ellos pensaban. Necesito a alguien con quien pueda discutir de vez en cuando, alguien que me haga frente, alguien que no se deje intimidar por mí. No quiero a alguien más frágil que yo.
Sin embargo, ya tenia en mente a quién le gustaría tener como esa persona. Ilya Prakovsky. Había pocos hombres como él, capaces de atraer la atención sin esfuerzo alguno; era imposible pasar por alto su presencia. Era excitante estar junto a Ilya, era atractivo y agudo, poseía una sonrisa audaz y un temperamento que variaba con la velocidad del rayo. Era difícil predecir qué  cosas se tomaría en broma o en serio, pero ése era uno de los rasgos más atractivos de su carácter.

Aunque… ¿qué más me daba no casarme? No iba a conseguir al hombre de sus sueños (él andaba muy ocupado con otras damas, y ella la pasaba de la edad casadera). El matrimonio era sólo una ceremonia cuya finalidad era unir a dos personas para toda la vida, y ella sabía que ningún ritual, juramento ceremonia podía disipar la sensación de soledad que sentía. El matrimonio no cambiaría nada, ni tampoco cambiaría aquella certeza interior de que ella no encajaba en ninguna parte.
-          No comprendo esa fijación tuya sobre los papeles y los sitios-dijo Marley Shesboorn en un momento de privacidad, desconcertada-. No desempeñas un papel en la vida, simplemente vives.
-          Que yo sepa, ya he vivido varias vidas cuando todo lo que quería era vivir una-me froté la frente con gesto cansado-. Oh, qué vieja, qué estropeada me sentiré al lado de esas chicas de diecisiete y dieciocho años. No saben nada del mundo, pero sí saben cuál es su lugar en él. Ya saben quiénes son y qué harán con su vida. Son tan maravillosamente convencionales que no puedo por menos que sentir envidia por ellas.
-          No creo que puedas juzgarte a ti misma por los estándares convencionales.
-          Pero eso es lo que harán todos los demás. ¿No lo ves? Esto es un error…, es un error pretender que encaje en tu mundo. Me siento como un ladrón que intentara entrar furtivamente por la puerta lateral de una casa para ocupar un lugar que no me corresponde. ¿No sería mejor encontrar un empleo para mí en otra parte? Algún lugar seguro y apartado donde no llamara la atención.
-          No serías más feliz de esa manera-dijo Marley con terquedad-. Y si lo que dices es cierto, y en realidad no perteneces a ningún sitio, entonces bien puedes aceptar los planes que tengo para ti. Tanto te dará casarte con un barón que con un panadero.
-          ¿No crees que estás siendo un poco extremista?
-          Tú no eres una persona convencional. Tienes tus propias reglas, y piensas y sientes de acuerdo a ellas. Eres mucho más hermosa que las jóvenes que dices envidiar, eres mucho más interesante y digna de amor que ellas. Eres…-Marley suspiró y me miró con impotencia-. Eres Evangeline Jenner, eres diferente y especial. Y eso no va a cambiar.
-          Guardé silencio durante un buen rato, meditando las palabras de mi amiga hasta que adquirieron un extraño sentido para mí. Con el innato sentido práctico que había heredado de mis antepasadas brujas, comencé a darme cuenta de lo inútil que era lamentarme por lo que nunca podría llegar a ser. Yo era quien era y, como Marley había señalado, no podía hacer nada para cambiarlo. ¿Tan difícil era sacarle partido a la situación? ¿Acaso tenía otra elección?
-          Sí, soy Evangeline Jenner-dije con una sonrisa cansada-, y supongo que podría haber sido alguien mucho peor, ¿verdad?


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