sábado, 18 de enero de 2014

El rey de las estrellas


Estaba a punto de caer rendida al sueño, a los brazos de su ángel negro. Un ángel que estaba en otra habitación, dentro del mismo internado. No eran una pareja común, ni por asomo pensaron que podrían llegar a ser buena pareja. Él era alto, de tez negra, flaco y fuerte; mientras ella era todo lo contrario: bajita, con curvas, blanca y cómoda. Sin embargo, algo les había unido en su momento, un lazo del destino, de Alá, o de Jehová… Daba igual. El lazo seguía manteniéndoles unidos y era lo único que importaba. Le debían mucho a ese lazo.

Katherine escuchaba una melodía, arropada en sus mantas, de tal forma que parecía estar siendo abrazada por Kael. Imaginaba los momentos que habían pasado juntos, y les ponía música. Su  compañera, escribía a su novio por Whats App… Mientras tanto, Kael veía After Earth, la nueva película de Will Smith con su hijo. Aunque miraba cada tres minutos su BlackBerry, esperando respuesta al mensaje que le había mandado a la chica que más le gustaba.

Unos golpes sonaron en la habitación 217. Las dos jóvenes se miraron, preguntando si había sido una broma de mal gusto por parte de las demás estudiantes en esa planta. Luego se oyeron pasos corriendo de un lado para otro, y gritos femeninos.

-          Nos tocaron la puerta, ¿no?- pregunta su compañera extrañada.

-          ¿Qué hora es? La becaria pasó hace mucho rato…- corrió hacia la puerta y la abrió. El rubor subió a sus mejillas cuando se dio cuenta de que sólo llevaba una blusa suelta y unas bragas naranja fluorescente. Intentó ocultar gran parte de sus piernas con la blusa, y asomó la cabeza para ver quién había llamado.

-          ¡Katherine!- gritó desde la mitad del pasillo Martha, otra estudiante-. ¡Cierra todo! –decía alterada mientras se acercaba a nosotras-, no dejes nada abierto. Y los armarios con los candados. Vestíos y bajad rápido al Hall.

-          ¿Pero qué pasa? –aparecía mi compañera a mi lado. Martha sudaba por todas partes, estaba vestida con su pijama de conejitos rosa y el pelo despeinado. Su miedo traspasaba cada poro de su piel, metiéndose en el cuerpo de las otras dos muchachas.

-          Mark acaba de ver a un ladrón en la ventana de su habitación. Estaban dando golpes contra su ventana para romperla y entrar, pero justo entró él en el cuarto y corrió a por el chico. Creen que ha huido a esconderse a otra habitación. Por eso me mandaron para que os comunicara las medidas- la joven seguía con las noticias mientras Katherine corría al interior de su habitación y cerraba la ventana con fechillo, bajó el stor y cerró los tres armarios. Keira cerró la puerta cuando Kathie comenzaba a desvestirse y ponerse unos pantalones  y zapatillas de deporte.

-          ¿Vas a ir?- pregunta la compañera.

-          Aún no, pero si tengo que correr iré preparada para ello- extendió la mano para coger su sudadera negra con gorro, y su móvil, junto a su cartera y la documentación.

-          ¿Puedes ayudarme a meter las cosas del balcón? Tengo la ropa y los zapatos allí fuera…- Kathie miró con el rostro desencajado a su amiga. ¿Estaba loca? ¿Abrir el balcón con un ladrón fuera? Miles de imágenes de un asesino aparecieron en su mente. Un escalofrío le recorrió la espalda.

-          ¿Estás loca? ¿Ahora?

-          ¡Por favor!- Kathie puso los ojos en blanco mientras subía el stor. Keira cogió el escobillón como arma de defensa, y salieron al exterior que lloviznaba. Su compañera entró la ropa mientras Kath cubría las espaldas. Terminaron y lo cerraron todo de nuevo. Tecleteó en su móvil el nombre de Kael y grabó en un mensaje lo que le habían dicho anteriormente. Luego le escribió que tomara las mismas medidas él y tuviera mucho cuidado.

Salieron al pasillo. Dos policías armados paseaban por él. Kath se empezó a hacer una coleta mientras Keira se adelantaba a bajar los escalones al Hall. Los becarios y cuidadores estaban en corro, diciéndonos que estaríamos recluidos en las dos primeras plantas hasta saber que estábamos a salvos. Al rato subió a su habitación de nuevo, cuidando de que su compañera respirara debido  a su ataque de histeria.

Kael no paró el vídeo mientras leía el mensaje. Escuchaba de fondo varias voces discutiendo, a saber por qué. Escuchó atento las palabras en voz de su chica. No había acabado el primer mensaje cuando ya se estaba poniendo de pie y cogiendo ropa de abrigo para salir a la residencia femenina. Cuando iba a salir por la puerta, recordó avisar a sus amigos y alertarles. Bajó las escaleras a toda rapidez. Pasó por delante de becario que le cortó el paso.

-          ¿A dónde vas?- inquirió de malas maneras. De vez en cuando se preguntaba si los hombres blancos tenían algún problema con respecto a los de tez negra.

-          A dar una vuelta.

-          No puedes salir. Vuelve a tu habitación.

-          Aún puedo salir media hora más, sólo estaré en el femenino.

-          Dije que no, no se puede salir de aquí, ni acceder allí. Vuelve a tu habitación, es la última vez que lo repito.

Subió los escalones hasta las habitaciones de sus compañeros. Se reunieron en la tercera planta.

-          ¿Están bien las chicas?- preguntó Mustafa, sin duda refiriéndose a la novia de Kael, que tanto cariño le había cogido en el corto periodo de tiempo que se conocían.

-          Eso creo. Pero seguro que Keira está asustada, y eso preocupará más a Kath. Voy a ir, diga lo que digan- empezó a dar media vuelta cuando la mano de Dudabi se posó en su hombro y lo retuvo.
-          ¿Has pensado que podría ser una trampa?

-          No creo que hayan llegado hasta aquí. Apenas he dado señales de vida, tal y como dijo mi padre.

-          Pero ya sabes que nunca se cansaran de buscaros. Y se habrán enterado, por lo mucho que sobresalís tú y ella, de que es tu punto débil, hermano.

¿De verdad podrían haberle encontrado? Sabía que los rebeldes nunca se rendirían, pero no los creía capaces de tener contactos en España. Sin duda cuadraban ahora muchos detalles que habían pasado desapercibidos.

Volvió a su cuarto, escoltado por sus amigos. Cogió el arma que tenía escondida en un doble fondo de su armario. Luego se colgó desde atrás una maleta con munición, pasaportes  y dinero de emergencia… Realizó un par de llamadas: Aeropuertos, Agentes de Seguridad, su casa… y su padre.
Bajaron por las escaleras, vestidos para luchar. Los policías estaban revisando los cuartos en busca del ladrón. La entrada a la residencia masculina estaba libre. Empezaron a salir discretamente por ella, nadie se fijó. De repente escucharon voces en su idioma materno.

-          Están justo debajo- dijo su mejor amigo-. Si salimos al exterior como si nada, seremos un blanco fácil.

-          ¿Y si encendemos un fuego?- dijo Dudabi. Prepararon un pequeño humo que hizo saltar la alarma de incendios, y a los minutos todos los alumnos salían corriendo por las escaleras, directos a la salida. Se mezclaron entre ellos. Y cuando llegaron casi al final de ellas, apareció un ejército rebelde que luchaba con armas de fuego.

-          ¡Corre!- le gritó su jefe de seguridad.

Saltó por encima de la barra de las escaleras y empezó a correr al pasillo que conducía a la otra residencia. Notó a sus amigos disparando las armas de fuego y siguiéndole desde atrás. Preparó su arma a medida que corría. Cuando doblaba el segundo tramo de escaleras, una bala pasó volando cerca de su cabeza. Se ocultó detrás de una pared. E intentó dar al asesino sin ver. Cuando cesaron los disparos volvió a correr.
En el Hall femenino estaban varios policías peleando contra los rebeldes. El grupo y Kael aprovecharon para buscar a Kathie, pero no estaba en la sala. Subieron a la segunda planta, en su busca.

-          ¡Corre, corre! Coge todo lo necesario, Keira, no te entretengas por Dios.

Su compañera corría de un lado para otro, buscando con qué podía defenderse. Kathie tenía un cuchillo en la mano que había robado de la cocina, y Keira no se separaba de su escoba. De repente la puerta salió disparada hacia el interior. Su compañera gritó aterrada, y Kathie se preparó para entrar en combate. Casi se desmaya del susto cuando ve que es su novio. La abraza fuerte y le besa la coronilla.

-          Tenemos que irnos, amor. ¡Ya mismo!

Katherine asintió y cogió a su amiga de la mano, la estrechó con fuerza. La separaron de ella, y Mustafa la agarró, haciéndola correr por el pasillo. Cuando llegaban a la planta baja, salieron varios hombres armados  y con sangre en las ropas. No tuvieron tiempo de disparar porque su novio y sus amigos los mataron. Torcieron hacia una de las puertas de emergencia. Los gritos en otro idioma se oían por todos lados, y las balas pasaban muy cerca. Kathe no era capaz de gritar, y su novio le hacía daño en la mano de la fuerza con que se la apretaba.

Corrieron el largo tramo hacia un coche negro mal aparcado. Era una furgoneta. La lluvia les mojaba.
Subieron e  inmediatamente ésta empezó a acelerar por el pavimento húmedo. Kael la estrechaba entre sus brazos, repartiendo besos por su rostro. Keira se había desmayado nada más llegar.

-          ¿Qué ha pasado?- murmuró al joven que la abrazaba. Él la miró sin saber qué decir, apretando aún más su protección-. Dímelo, por favor-. Kael la miró, la besó una vez más con pasión.

-          Iban  por ti, para darme alcance.

-          ¿Cómo? No entiendo…

-          Por favor, deja que te lo cuente en otro momento… No me siento capaz.

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