sábado, 3 de diciembre de 2011

Concret Jungle Where Dreams Are Made Of.


Siempre me ha gustado tocar el piano.
Desde pequeña, he visto cómo los grandes compositores lo manejaban un poco, o cómo mis cantantes favoritos obraban maravillas con ellos. Sus teclas, negras y blancas, debidamente afinadas, preparadas para ser tocadas por unas manos expertas, y no las de una pequeña que, con fuerza, se las ingeniaba para que las notas tomaran sentido.
Era difícil, o eso al menos, era lo que decían. Yo, en cambio lo veía como una nueva forma de música a parte del violín, una nueva forma de vivir las bandas sonora de nuestras vidas, o sentir la energía crepitar en mi interior. Por esa misma razón me he pasado casi toda mi vida en una escuela de música, con prácticamente todos los días escuchando piezas musicales, y casi todas las noches con la radio en Cadena Dial y los 40 Principales.
Ellas me han llevado hasta donde estoy hoy. Me han dado fuerza, amor, tristeza, rabia, alegría… Sentimientos canalizados de la mejor forma posible, quedando aún grabados en mi mente.
Por eso mismo, ahora estaba posando mis dedos en las frías teclas del piano de cola en sala de conciertos de España, preparándome para tocar la primera pieza del que sería mi tercer concierto profesional.
Volví a mirar al público nerviosa, esperando poder divisarle entre tantos. Sabía que mi familia estaba en las primeras filas, pues había comprado sus pases vips y se los había enviado junto con el billete de vuelo. Mi madre, mi padre, mi padrastro, mi hermano pequeño, y la abuela de éste; ellos como representantes de las tres familias que tenía: paterna, materna y política. Pero en realidad, sólo me faltaba por encontrar una cara… Que no debía andar muy lejos.
Efectivamente. Justo en medio de todas las filas de butacas en forma de media luna y cada cuál un nivel más alto, se encontraba el motivo de que hubiera seguido adelante aún cuando muchas cosas creía perdidas.
No me fijé mucho en su ropa, no tenía tiempo, pero sí vi cómo sus labios se dibujaban en una sonrisa, y coreaba el aplauso inicial del público. Eso era lo que necesitaba. La señal de que todo saldría bien.
Volteé mi cabeza a las escalas del piano, dispuesta a hacer de las notas que saldrían a continuación algo realmente maravilloso.
Moví mis dedos lentamente, provocando un sonido muy suave, elegante; al mismo tiempo inhalaba el aire que utilizaría para cantar la melodía con la que  acompañaría las notas, junto con el coro.
-          I never had a dream come true/ ‘Cause I never met a person like you. / You should be a friend/ but you’re the most important for me now.
Aumenté la velocidad de mis dedos, tocando algunos acordes para embellecer la canción que días antes había compuesto en casa de mi novio.
Al terminar la primera canción, empecé Faithfully de Glee, y después una melodía muy poco conocida de un compositor moderno. Terminé, con mis principales obras, las que eran mayormente conocidas.
Y cuando pensaba que ya estaba a punto de que bajar el telón, en un último respiro con los ojos cerrados, sentí como todo cambiaba de repente: el ambiente, los murmullos por el auricular de mi oreja, las luces…
Al abrir mis ventanas al mundo una vez mas, al contemplar cegada la luz que entraba por las ventanas de la universidad de Fran, y las manos que rodeaban mi cintura, recordé que aunque no lo quisiera, los sueños podían presentarse como algo muy real cada día. Miré a la cara al chico, respondiendo a su sonrisa de oreja a oreja, y apoyando en su hombro mi cabeza, disfrutando del fuerte perfume que llevaba puesto él y que tanto me gustaba.
-          ¿Te ha gustado?
Tardó unos segundos en responder, como si cualquier respuesta fuera insignificante.

-          Ha sido brillante. Tú eres brillante.
Estudié sus ojos, intentando que los míos no echaran a llorar tontamente. Eran sinceros, como siempre, llenos de amor y cariño.
-          Me alegro que te gustara.
Posé mis labios sobre los de él, disfrutando del suave sabor que tenían tras el chocolate caliente que habíamos tomado antes. Un sabor que me encantaba, pero no tanto como su persona y lo que significaba para mí.
Y porque lo quisiera o no… Todos los momentos de mi vida tenían una canción concreta, y la de ahora era ésta:

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