viernes, 30 de septiembre de 2011

Iris

Dicen que cada día que pasa escribimos una nueva página en blanco. Una hoja repleta de imágenes que recordaremos hasta el final del camino. Imágenes que han sigo grabadas con nuestros ojos, y que perdurarán en la memoria por siempre.
Son pequeñas páginas, insignificantes a simple vista, que esconden la verdadera joya de persona que llevamos dentro parecen tener un velo muy oscuro que tapa la visión de los curiosos.
Si rememoramos nuestra niñez, nos daremos cuenta de que los recuerdos son imágenes. Por supuesto hay sentimientos, sensaciones, pero las imágenes, esas pequeñas fotografías que nos hacen reír cuando más lo necesitamos,  son ellas quienes nos permitirán sentir una y otra vez la belleza de la vida.
Recuerdos, que para bien o para mal, forman parte de nosotros. Y si al final del camino nos arrepentimos por no haber hecho esto de una forma o X cosa de otra, no podemos culparnos, pues al final, hemos llegado a donde debíamos.
Es probable que dentro de un par de años, desarrollemos glaucoma, miopía... Y veamos cada vez mas borroso. Lo mejor de todo, es que aunque tengas esas enfermedad, siempre observaremos algo: lo jóvenes que fuimos a cualquier edad. La espontaneidad que sacamos a la luz aún cuando no queríamos. Los momentos de amor, ternura, cariño, paz,...
Porque los ojos son la belleza del alma... A través de ellos lees perfectamente cómo es una persona. Incluso descubres si ha sido feliz o no.
Los ojos son también objeto de grandes secretos. NADIE sabe qué han visto, ni aunque pase mucho tiempo, descubren los hermosos y cautivadores que son.


Y a pesar de la gran diferencia que hay: azules, verdes, marrones,....Incluso poco comunes, como los míos: marrones claros con fibras verdes... Difíciles de ver... De lo que se han dado cuenta, dos personas.
Ahora, me dedicaré un par de minutos, para recordar los bellos momentos que he visto, y los secretos que he vivido.
La pregunta es:
¿Harás tú lo mismo?

lunes, 12 de septiembre de 2011

Aprender a volar significa amar al viento

Siempre han hecho como sinónimo de chica buena a una joven tranquila, que nunca pregunta por qué, que acepta las reglas y órdenes que le mandan… Si fuera lo contrario, sólo haría que encajar fuera más difícil; esperar a que las líneas se muevan, a que las horas cambien… Pero es hora de hacer nuestras propias reglas.



Quienes nos rodean, deberían estar contentos por conocer a alguien como nosotras, chicas “malas”, deberían estar emocionados porque damos aventuras cada día cuando están aburridos, incluso si lo tenemos en cuenta al preocuparnos por ellos… Porque las ganadoras necesitamos a alguien que aplaude por nosotras
Gritamos, y gritamos hasta que no queda nada. Con el último aliento. Solas ante los fuertes, los hombres. Pero aquí estamos nosotras, plantando cara. Sin saber que nos tenemos las unas a las otras.
Nos hacemos escuchar entre el ruido, porque no existe ningún manera de que te ignoren, y siempre habrá alguien te que secunda la palabra, aunque en un principio lo oculte.
Sólo tenemos vida para el trabajo, pues así podremos sobrepasar a quienes se creen mejores y dueños del mundo. Entonces, ¿a quién le importa si somos o no perfectas? Yo digo que somos lo suficientemente perfectas para mandarles a tomar por culo. ¿Por qué debemos escondernos de los truenos? Porque siempre tenemos que permanecer protegidas, dominadas de lo que según ellos, no somos capaces de soportar. El alivio es que llega un momento en el que bajo esa tormenta te ves sola, porque no hay nadie más que quiera estar, y bajamos a la lluvia, sintiéndola bajo la energía.
Si nuestra vida no está funcionando, tenemos que dejar de buscar, para descubrir lo que nos ayudará de verdad, encontrarnos a nosotros mismos.
Tenemos que ir despacio, poco a poco, ser pacientes… Para cambiar el mundo, avanzando unidas.
Y volver a gritar finalmente:


<<¡Aquí estamos, y no nos moverán!>>
Porque los sueños, sueños son, y pueden llegar a ser realidad.
Sé que cometí errores… Que di pasos que no debí dar. Palabras crueles que salieron de mi boca sin pensar. Momentos en los que me dejaba llevar por la rabia. Circunstancias en las que hice sufrir a quienes quería. Actos, que perduran en el recuerdo de a quienes decepcioné…
No es fácil reconocer cuando te has equivocado, ni cuando hiciste algo fuera de lugar. Tampoco es fácil averiguar donde fallaste si te dicen siempre tus defectos y te echan la culpa de todo. La culpa de que esto terminara mal. La culpa de perder una batalla. La culpa por no ser lo que quieren.

Cuesta, y mucho. Pero no es imposible. Duele, pero se cura. Con el tiempo.
Hoy conté a alguien uno de mis muchos fallos como persona.
Si no lo había hecho antes era por miedo a que algo cambiara, miedo de perderle. No sospechaba en ese momento que si se conoce bien a esa persona, si de veras se le quiere, hubiera sabido que no me tacharía de inadecuada, que no dejaría de hablarme, permanecería a mi lado, pues me conocía.
Y así fue. Se lo conté. Decírselo simplemente. Sin intentar hacer más dolor. “Hice esto. Y me arrepiento”. ¿Me dejó de lado? No. Me perdonó por no habérselo contado anteriormente. Me perdonó porque yo necesitaba leer esas palabras provenientes de él. Porque necesitaba saber que aún seguía viva, sentir, estar segura de que no se había terminado mi sueño.
La tranquilidad con la que asimiló la noticia me brindó pruebas de lo mucho que me ama.
Conozco a esa persona. Sé que me entiende. Que nunca me dejará por mucho que le haga.
Y por ella, sería capaz de cambiar el mundo, comprarle una estrella, aprender alemán…
Porque a pesar de que no haya nada que pueda hacer, nada que pueda demostrarte lo mucho que significas para mí.
Todo el dolor que me causé a mí misma por hacerte daño a ti, todas las lágrimas derramadas por fallarte… Pero aún así nunca dijiste adiós. Pero algo dentro de mí, sigue temiendo que te hayas ido.


Lo sé, te decepcioné… Pero ahora no será así. En este momento en el que me doy cuenta de todo, en el que  estoy segura de no querer que te vayas… En este momento no te irás.
Tenía todo, pero yo misma me lo quité. No sabía lo que la vida me había dado. Pero ahora veo, honestamente que tú eres lo único bueno. Él único a quién dejé conquistar mi corazón. Ahora no puedo respirar, porque me acabas de decir que me quieres.
Porque si doy un paso y vuelvo a perderte. Daré la vuelta, un giro completo, 360º… Porque nunca te dejaré ir.
Seré todo lo que quieras que sea. Tendré mi mente pegada a mi cuerpo, porque si te vas, dejas acabada toda mi vida. Estaré contigo siempre, para pasar el día a día, y hacer que todo esté bien. Porque sin ti no puedo dormir. No quiero dejarte nunca, nunca… Tú eres lo que tanto me costó conseguir, lo que realmente quiero…
Sin ti no se qué hacer; no podría vivir tranquila… Si estás aquí, conmigo…
¿Lo ves?
Eres todo lo que necesito.
Lo siento…

Don't go breaking my heart

Desde pequeña, mi madre me ha dicho que es posible vivir sin amigos, pues estos pueden traicionarte de un día para otro. Yo no lo creo. Pienso, y seguiré pensando, que aunque en el pasado te halla pasado algo parecido, no significa que te pase toda la vida. Mucho menos cuando estás seguro de querer a esas personas muchísimo, y el sentimiento llega a ser de mutuo acuerdo.
En mi vida, tengo distintos tipos de amigos, que varían bastante en cultura.
Tengo a dos alemanas, mis mejores amigas.
Tengo a cuatro chilenos muy importantes.
A un mexicano que me ha enseñado mucho.
A dos argentinos que siempre han estado conmigo.
Tres españolas.
Y mi familia.
¿Por qué cuento esto?
Porque si no llega a ser por estas personas, yo no sería hoy quién soy.
En el día de mi cumple. Ayer cuando escribía esto; hoy cuando lo publico. Me he dado cuenta de lo importantes que son cada uno por la diversidad de temas, noticias, canciones que te traen cada día.
Porque mientras contemplaba esta tarde el mar, viendo a corriente y la marea subiendo y bajando… Supe que por más que intentaran convencerme de lo contrario, sabía quiénes estarían ahí cuando lo necesitara, quiénes se irían, y los que aguantarían por educación.
Cierto es que a veces puedo parecer algo pesada, insoportable, o niña; supongo que es lo mejor que obtendrás de mí, y deberás acostumbrarte si quieres seguir siendo mi amigo.
No me pidáis que cambie, porque es imposible. Y si lo conseguís, serán solo pequeños detalles insignificantes. Si yo lo quiero, puedo hacerlo, pero no seréis vosotros quiénes me digan que deje de ser la persona a la que os acercasteis una vez. Dejaría de ser esa chica llena de energía, vitalidad, contenta, radiante, linda, dulce, graciosa, loca, fantástica, alucinante, buena, amable, madura, lista, fiestera, bromista, modesta, hermosa, única… Por ello, si sois buenos amigos, me diréis que siga adelante siendo como soy, a pesar de mis defectos: pesada, tímida, celosa, protectora, bruta, vergonzosa, pesimista, subestimada… Reconozco mis fallos, y hace unos días, cuando debía enfrentarme a una decisión sobre moda, dudé de mí misma.
Pasaba que para la subida del socorro, mi prima iba a ir con unos vaqueros cortos, y una camisa sin mangas azul, la típica ropa que uno se sale para ir a dar una vuelta, no a una romería donde sudarás y te mancharán de vino. Yo llevaba una camisa amarilla, larga, y unos vaqueros del mismo color. La camisa era la misma que mi compañera tenía secándose en la tendedera con nuestro apellido.
Al ver como iba a salir ella, le comenté que si podía ponerse otra cosa, pues yo no tenía ropa de cambio en casa de mi abuela. Ella contestó:
- ¿Qué más te da? Vete tú así, y yo voy así.
- Pero no me parece normal ir de una forma distinta a ti, porque si me hubieras dicho que irías guapa, yo me hubiera puesto claramente, algo mejor.
- Pero es que yo no tenía que decirte nada.
- ¡Pero es que vas a una romería!
L a pelea llegó a oídos de la mejor amiga de mi otra prima, quien comentó que yo tenía razón, más que mi prima fuera como quisiera, total, sólo sería una fiesta.
Con esa mentalidad iba yo cuando veo cómo mi prima se cambia de ropa y sale a la calle enfadada.
Puede que me pasara con algo que no tenía sentido. Me tendría que dar igual ir menos arreglada que ella. Pero me importaba y molestaba que no me hubiera dicho nada.
Dudé de mí misma al pensar que no iría bien vestida o adecuadamente. Ahora me doy cuenta que hice lo correcto. Si hubiera seguido a mi prima hubiera echo el ridículo.
Algunos lo llaman intuición femenina.
Yo prefiero llamarlo el apoyo de todas las personas que conozco cuando me dicen lo importante que soy para ellos y lo mucho que me quieren.
Les dedico esta entrada, y asegurarles, que nunca encontraré a nadie como ellos. Que me acepten fácilmente, que me quieran sin rencores, que sean fieles y justos. Porque ya quedan pocos como ellos.
Este sábado me lo pasé muy bien. Disfruté del mejor cumpleaños en catorce años. Y personas que no tenían por qué regalarme nada, gastaron su tiempo en ingeniárselas para darme algo.
Tengo ante mí, dos tarjetas de felicitaciones: una verde, otra una mezcla de fotografías; con un contenido alucinante que me hace llorar.
En mi ordenador, copié las felicitaciones de mis compañeros del The West.
Y en tuenti y facebook, tengo más de dos páginas.
A todos los que se acordaron hoy de mí… A todos los que actúan como pilares de mi vida… Aquellos por los que seguiré adelante siempre…
Yaiza, Aylenia, Daniel, Juan Pablo, Berial, Jordi, Brian, Felipe, Joel, Ana Torres, Julia, Lourdes, Nany, Marco, Hébel, Victoria, Adela, Diana…
No rompáis mi corazón. Y yo no romperé el vuestro.
Y a todos los que me han hecho más fuerte, y eso os perjudicará en el futuro, pues me jodisteís la vida cuando podíais:
Ate, Patri, Eli, Andre, Beth, Att, Prisc, Stef, It, Seb, Cris, Tama, Tan, Ann, etc, etc, etc…
¡Chupadme un pie inútiles!

sábado, 3 de septiembre de 2011

Desperate



Observaba el calendario colgado de la pared mientras mi alma caía  a mis pies en picado.

Quedaban siete días para mi cumpleaños. Siete malditos días para tener 16 años.
No me preocupaba tener un año más, en realidad lo veía como una ventaja. Dejaba de ser tan niña, asumía nuevas responsabilidades, un poco más de libertad paternal... ¿Pero qué era eso comparado con un cumpleaños solitario, en el cual nadie se acordaría de ti, y tu familia te regalaba lo mismo que en Navidades, santos...?
No era nada.
<<Llevaba tiempo pensando en escribir esta entrada, y lo que me había impedido a decidirme era la posibilidad de que algo cambiara mi decisión; o simplemente, confiar ciegamente en que alguien me darías las felicidades desinteresadamente , sin obligaciones, sólo por sentirlo... >>


Porque justo en este momento, la imagen que me venía a la mente, era coger el cuchillo de mi escritorio y poner fin a esta historia.
Analizaba la mejor forma de crear una herida rápida, indolora, que acabara rápidamente con mi vida.
Pero no había ninguna. Todas son dolorosas. No quería más sufrimiento, de eso ya había tenido a lo largo de mi infancia y adolescencia. ¿Aunque qué más daba un poco más de dolor al final del camino? Importaba porque no quería morir así.
Lo sabía en el fondo de mí. Quería mujer de viejita, en mi cama, o al lado de la persona a la que amaba. Pero esa era imposible también. Y cuánto más lo pensaba más ganas de finalizar tenía.
¿Y si tras mi cumpleaños, cambiaba mi vida? ¿Qué pasaría con la gente que dejo atrás?
Nada.
Ellos seguirían su vida. Y el sendero que se recorre no cambia de un día para otro.
Cuántas veces había estado sola ante la tormenta. Llorando, con nadie con quién hablar. Creyendo que podía salir adelante una vez mas. Llorando en una esquina de mi habitación, escondiéndome de mis miedos... Para verlos de frente cuando menos lo esperaba.
Desesperada. Ésa era la palabra que me definía siempre.
Quisiera tener a alguien, que pudiera abrazarme en este momento y alejarme de mis pesadillas. Llevarme lejos de mi país. A otro mundo. Otro Universo.
Seguía plantada ante el mes de Septiembre.
Mi madre entra por la puerta con nueva ropa que doblar.
 - ¿Qué haces ahí?
Pienso mi respuesta. ¿Decirle la verdad? ¿Que no quería celebrar mi cumple con las mujeres de siempre, en vez de con amigos; que no quería comer pantumaca, sino una buena hamburguesa; que quería quedarme en casa, en mi ordenador, y hacer como que era un día como otro cualquiera? Nunca. No lo entendería y me llamaría loca otra vez.
 - Nada.
Giré mi cuerpo, hacia la silla de mi ordenador. A mis amigos.
 - ¿Qué harás el día de tu cumple?
Volví a pensar mi respuesta.
¿Me daba la posibilidad de elegir? No, ella sólo quería una excusa para reunir en  su casa a sus amigos.
 - Nada.
 - ¿No quieres quedar con las alemanas?
 - No lo había pensado.
 - ¿Y por qué no las llamas para quedar ese día?
 - Puede que lo haga.
Suena el teléfono. Mi madre lo coge y habla con mi prima Marina.
Yo escucho música en mi ordenador mientras intercambio opiniones del juego con mis amigos.
Pienso en lo que me dijo. ¿Quedar con mis mejores amigas? Seguro que hacían la carga menos pesada. ¿Pero tenía ganas en realidad? No. No quería recordar quiénes me habían felicitado y quiénes se habían olvidado de mí.
 - ¡Marina quiere hablar contigo!
Salgo de mi cuarto hacia el de mi madre.
Coloco el auricular en mi oído.
 - Dime.
 - ¿Qué pides por tu cumple?
 - Nada.
 - ¿Cómo que nada? Es tu cumple, algo querrás.
 - Pues no quiero nada.
 - Entonces, lo que te compraremos está a nuestra libre elección.
Siempre había sido así. ¿Desde cuándo les importaba lo que yo quería? Siempre que pedía algo pasaban de mí para preguntarle a mi madre que pedía ella por mí. Ropa, ropa ,ropa. ropa, ropa. ¿QUÉ PASA CON LO QUE YO QUIERO?
 - De todas formas, ya sé que me regalareis, incluso aunque yo allá pedido algo.
 - ¿Qué dices?
 - Que me comprareis ropa, ¡como siempre! Y si digo algo acerca de que no me gusta o que estoy harta de que sea siempre la misma mierda, mi madre me saltará enfadada con que no merezco nada, y que no sé agradecer. ¡Así que puedes guardarte tus gilipolleces porque no quiero nada!
Le tendí el teléfono a mi madre mientras esta ya empezaba a abrir la boca para replicar.
Fui más rápida. Corrí a mi cuarto. Llorando por la maldita mierda que tenía que vivir.
<<Respira, aguanta un segundo y respira>> Me dije a mí misma.
Aunque quisiera, me regalarían lo mismo. Porque  a ellos les da igual si llevas pidiendo tres años seguidos lo mismo. Les da igual si quieres conocer mundo, para ellos eso está mal. Les da igual si quieres unas vacaciones inolvidables, porque eso es de ricos y para quien se lo merezca más que yo.
En ese caso. ¿Para qué seguir? Todos mis cumpleaños han sido y serán iguales. Como si fueran el de mi madre. Como si yo no hubiera nacido.
Cojo el cuchillo.
<<Desesperada, miedica>>
Sí. Una vergüenza para el mundo y para quienes quería.
El dolor atraviesa mi cuerpo, me doblo por la mitad. 
Lloro. Me rendía...
Mi ordenador se queda sin conexión.
La última frase que leo: "Nunca podré estar avergonzada de haberte conocido, siempre serás mi mejor amiga. Te quiero por lo que eres, no por lo que tienes."
Después... La Nada.