domingo, 30 de septiembre de 2012

Una boda no es una boda sin el novio.

Era el día más feliz de su vida. Su boda. Se iba a casar con el amor de su vida, o eso creía ella.
Su traje era precioso. Todo el mundo lo alababa. Riveteado de piedritas brillantes al rededor de su cintura, cayendo delicadamente rodeando sus piernas. Ceñido a su cintura y torso, aumentando su pecho en forma de V y obligándola a poner la espalda recta. Estaba preciosa. Lo decían por toda la iglesia. De una punta a otra.
Su madre la había peinado.Cosa que desde los siete años no hacía. Fue un momento mágico. Las dos reflejadas en el espejo, madre e hija, unidas por lo que era un cariño a base de golpes en la vida. Y sin embargo, allí estaban una vez más, enfrentando una nueva situación, un nuevo reto, un sueño.
Rizó todo su pelo con unas tenacillas calientes, alisando un flequillo delantero, y la copa de su cabeza para luego anudarla atrás. Después cogió la pequeña tiara que le compró como regalo y se la colocó. "Pareces una princesa"dijo emocionada. "Tú me enseñaste a serlo. Nadie mejor que tú para enseñarme a ser fuerte y no dejar que caiga mi corona ante las adversidades". Siguieron con el maquillaje y el velo nupcial. Al verse en el espejo no podía creer en quién se había convertido. Una mujercita, quién a pesar del paso del tiempo, había madurado y embellecido; a pesar de todo lo que decían de ella. Y el daño que eso le causaba.
"Es la hora" Dijo desde la puerta su padrino de boda, David. El único amigo que había tenido durante mucho tiempo, el que la había acompañado siempre que lo necesitaba, a pesar de todo. Nunca la había abandonado, y hoy había viajado desde Barcelona, con su mujer e hijas, sólo para verla en su día más especial y acompañarla hacia el altar. Nadie más que él o su madre podía tener ese honor. Por eso mismo decidió ser acompañada por los dos, y no por su padre biológico, que no merecía esa oportunidad.
Por esa razón, bajando las escaleras hacia la sala principal, sonriendo a David, con su hija delante con los anillos, mi hermano unos metros más enfrente, sacando las fotos, ilusionado por su tarea.
Estaba siendo el día más feliz de su vida.
Pero al llegar al salón y ver la cara preocupada de su madre y sus damas de honor, notó que algo iba más que mal. Había una cosa que no estaba saliendo bien, y eso significaba que si día estaría estropeado. No quería recordar su día con una mancha de dolor.
"¿Qué pasa?" Preguntó David a su madre.
"No está"
"¿Quién no está?" susurró la joven novia. Pero algo en su interior le decía que sabía lo ocurrido.
"No ha venido..."
"Dadme un móvil" dijo la chica a punto de perder los estribos.
"Toma, corazón" le ofreció su madre.
 Se alejó un poco del grupo y marcó el número de Ilya. 
"¿Diga?"
"¿Dónde estás? ¿Pasó algo?"
"No he podido ir. Estaba en el coche cuando llegaste, pero no he podido entrar. No sé si seguimos siendo nosotros solos.
"¿Qué quieres decir?"
"No quiero que pienses algo que no es. Pero necesito decirte que tengo dudas ahora mismo. No puedo casarme."
"¿Por qué no me lo dijiste antes?"
"Te llamé al móvil. ¿Por qué no me lo cogías?"
"¡Yo que sé donde está mi móvil!"
Todos la miraron, a expectativas, pensando lo peor.
"Lo siento"
Su mundo se desmoronó cuando escucho la finalización de la llamada.
Se agarró su vientre con sus manos, doblada del dolor que le causó el abandono de su amor. Se había ido, así sin más. Como si tanto tiempo haciendo los preparativos no hubieran servido de nada.
"Cariño..." La voz de David atravesó la membrana de dolor en su mente. 
"Necesito irme..."
Sintió los brazos masculinos apoyando su cuerpo en el del hombre. Intentando aguantarla.
"Pero Evie..." dijo su hermano.
"Sacadme de aquí" repitió nerviosa.
"Al menos dinos qué pasa." dijo mi padre biológico.
"¡¡¡HE DICHO QUE ME SAQUÉIS DE AQUÍ. NECESITO IRME. TENGO QUE SALIR!!!"
David la sacó corriendo, bajando los escalones de la Iglesia lo más rápido que podían. Su madre eligió seguirla, pues no podía abandonarla cuando sabía que le dolía tanto. Su hermano comunicaría la cancelación de la boda, mientras ella salía corriendo del infierno en que se había convertido el día más especial.
Llegaron al coche, y fue sólo entonces ahí, cuando rompió a llorar desconsoladamente sobre el pecho de David, mientras su madre sacaba los pañuelos de su bolso y le quitaba el maquillaje.
Fue un dolor terrible sentir cómo dejaba de ser quién era, para convertirse en un dolor sordo, sin nada más a su alrededor.
Nada más importaba. Sólo su dolor ensordecedor que no la dejaba respirar.


Había una vez...


Había una vez cuatro chicas. Una era guapa. Otra era lista. Otra era encantadora y la cuarta...Misteriosa. 
Pero estaban todas heridas. Había algo en la cuarta que le faltaba. Algo en la sangre. Grandes sueños. Era toda una soñadora. Creía que podría ser diferente. Especial. Que podía cambiar lo que era: una chica herida, a quien nadie quería. Marginada.
Pero había una cosa que le impedía mostrarse como era realmente. El miedo. Tenía miedo de olvidar de dónde venía y de enfrentarse a un futuro incierto, sin saber a dónde debía dirigirse, sin saber si estaría acompañada o en plena soledad.
Al mismo tiempo, ella quería dejar espacio a lo que es real, a todo aquello que podía oler y tocar, saborear y sentir: brazos alrededor de sus hombros, lágrimas e ira, decepción y amor.
Sentía que siempre tenía que perseguir lo que sea que quisiera, siempre tendría que preguntarse si era deseada de verdad o si simplemente se habían conformado con ella. Sentía deseos de impresionar, de demostrar que podía competir con todos los demás y que no era tan fácil ganarla. Pero siempre volvía el miedo para recordarle todo lo arriesgaba. Y que ese riesgo podía volverse en su contra. Hacer que lo perdiera todo.
"Toda elección tiene sus consecuencias" se decía a sí misma, con la esperanza de calmarse. "Cualquier elección nos lleva a saber más, a ver más allá de lo que hay".
Pero no se daba cuenta de una cosa muy sencilla y a la vez tan dura: había momentos en la vida, en que uno debía elegir un camino. Y con ese camino, forjaría su carácter.

La joven miró una vez más su reflejo en el estanque, preguntándose qué debía hacer. Intentando recordar las enseñanzas de su madre tiempo atrás. Sin embargo, nada venía a su memoria. La nada, aquello que no debía ser, y que realmente era, traía el dolor y el olvido.
Sin embargo, recordó un momento con sus amigas. Un día en el que estaban en ése mismo lugar, acostadas bajo el sol, y sobre la hierba. La brisa del otoño jugueteando con sus cabellos y los árboles muriendo.
Reviviendo ése instante guardado, dijo en un murmullo suave y lastimero: "Aquí estuvimos una vez sentadas, como yo ahora... Contando las nueves en el cielo azul. Azul como el vestido de mi madre. Azul como una promesa. Una esperanza. Pero nunca se conoce a nadie del todo" y calló para sí misma "y ellas me lo demostraron. Abandonaron todo lo que fuimos en su tiempo y espacio. Cambiaron una amistad por poder y riquezas. Mientras yo permanezco aquí, con preguntas existencialistas y sueños lejanos. Sin saber a dónde ir, ni qué soy y seré."
Una solitaria lágrima, correspondida en algún otro lugar, brotó de su alma, limpiando su corazón lleno de dolor. Por mucho que creyese que había madurado, cuando lloraba, siempre volvía a tener cinco años, de nuevo.
Ella no se daba cuenta de que todos somos desconsiderados alguna vez. Todos hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos. Al final, esas lamentaciones simplemente acaban formando parte de lo que somos, junto con todo lo demás. Perder el tiempo intentando cambiarse, es, en fin, como perseguir nubes.
Una voz desde lo más profundo del bosque. Una voz sabia y melodiosa, se abrió paso a través de los árboles secos y altos. Un viento otoñal alzó las hojas dispersas a su alrededor, rodeándola por completo.
Esa voz decía "Escucha a tu corazón. Debes conocerte a ti misma, saber lo que quieres.Escucha a tu corazón, y deja que sea él quién decida."
Las tres frases continuaron tres veces más, y tal y como vino, se fue. Misteriosamente.
Asustada, prefirió pensar en otra cosa y olvidar el suceso. Se concentró una vez más en su imagen reflejada, en un pequeño espacio roto por las que fueron vida de los robles y sauces.
El lago le devolvió el rostro de una adolescente, no muy mayor de veinte años, con un vestido sencillo pero elegante de color violeta claro. El pelo castaño oscuro ondeando en la suave brisa, su cuerpo curvilíneo y su cara redondita. Sus ojos marrones y verdes cerca del iris, sus pecas y su pequeña nariz. Toda una dama de la corte, en cambio una desconocida para ella misma.
El perdón. La frágil belleza de la palabra arraiga dentro de ella cuando vuelve al bosque, pasando por el sauce caído y el lago cristalino, donde la tierra permanecía húmeda en cualquier estación, dejando un ambiente fresco en comparación a su ciudad, situada a doscientos metros del bosque. Ahorita todo desaparecería. Pero el perdón.... "Debo aferrarme a eso".... "Me aferrare a esa frágil porción de esperanza y la mantendré cerca de mí, recordando que en cada uno de nosotros hay cosas buenas y malas, luz y oscuridad, arte y dolor, elecciones y lamentaciones. Cada uno de nosotros es su propio claroscuro, su propio trozo de ilusión que lucha por convertirse en algo sólido, algo real. Tenemos que perdonarnos eso. Tengo que perdonarme a mí misma. Porque hay mucho gris con qué trabajar. Nadie puede vivir siempre bajo la luz. Y porque quiero ver hasta dónde puedo llegar antes de parar".
La revelación vino de golpe. Todo con una simple concentración alejada de todos:
En cada final... Hay también un principio.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Dolor... Muerte. Siempre están ahí.


"No, no, no, no…" Pensaba la joven mientras corría hacia la penumbra del jardín. Su cabeza entre sus delicadas manos, sus ojos cerrados con fuerza mientras las lágrimas caían por sus mejillas con fuerza y propia voluntad. Sus pasos casi iban al mismo ritmo que las pulsaciones de su corazón, martilleándole su pecho sin piedad. De la misma forma, sentía cómo el dolor ascendía por su columna, apuñalándola una y otra vez. 
Cada segundo pensando en el mismo asunto: la muerte de un ser querido nunca era una buena noticia, ni podía darse de una forma tranquila sin causar pesar en el receptor. Dolía, a pesar de las buenas intenciones, y cualquier buena acción seguiría provocando el mismo resultado. O al menos el que siempre causaba en ella.
Recordó cómo su madre había corrido ese día al teléfono, con los nervios a flor de piel. Su voz temblaba cuando respondió por él. Se ahogó en un mar de lágrima cuando lo supo.
Se dijeron sin palabras la noticia, y aunque esa fue la forma en que peor había enfrentado una crisis, para su pesar, sintió por pocas fechas en su vida, que su mundo se derrumbaba de repente, sin avisar, sin pedir perdón, sin miedo. Sólo cayendo en medio de la nada, hasta lo más hondo y oscuro de su alma. Para minutos después sentir su corazón estallar en pequeños pedacitos esparcidos por su cuerpo, desintegrándose en el aire sofocante, cuando vio  a su madre corriendo hacia el coche y luego hacia el hospital.
¿Era de ella la culpa de ésa muerte? Se hizo la pregunta cuando se arrodilló al lado del lago, temblando por el sufrimiento. No, desde luego que no era culpa suya.
 A pesar de ver cómo se abuela envejecía en una cama prostrada, sin hablar, consciente de todo lo que le rodeaba. Contemplando la forma en que sus ojos, de un azul preciosos antes, se iban volviendo negros y oscuros, tristes y solitarios. Sus ganas de vivir mermaban cada día, pero ello no le impedía seguir luchando. Si de alguien era la culpa, no era solo de ella, sino de toda su familia. Pocos iban a visitarla, y cuando lo hacían, quedaban callados sin decir nada a una pobre mujer que no veía nada que no fuera una ventana y una televisión noche y día encendido. Siempre la encontrábamos mirando el reloj, desesperada por la llegada del que tenía que darle la comida o cambiarle el pañal. Nadie la sacaba al sol, nadie le leía un  libro. ¿Qué manera de vivir era ésa? ¿De dónde había sacado tanta fuerza de voluntad si cualquier otro se hubiera rendido ante eso? Los últimos meses de su vida los había pasado en un geriátrico, comiendo por sondas, echándole mentalmente reprimendas a Dios, y llorando cuando nadie creía que la veía. Ni siquiera la nieta que había criado se había apiadado. Yo odiaba ir a hacerle cosas. No hacía más que avergonzarse de ése comportamiento. Su madre pensaba que no le importa su abuela.
Se fue quitando la ropa a tirones, con sollozos desgarrados, quedando en una suave camisola de tela muy fina, formando una melodía triste y afligida mientras aspiraba aire por la nariz y ahogaba gritos. No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie. Quería llorar sin miedo a que le dijeran nada, sin temor a ser descubierta, comportarse irracionalmente si así conseguía desahogarse.
Se intentó poner de pie, resbalando con la orilla y cayendo de cara al agua, sintiendo astillas en su piel, la manera en que su cerebro se colapsaba por el intenso frío y su mente se quedó sin energía para mantenerla atada a la cordura. Gimió con más fuerza, agarrándose a sus piernas, poniéndose inconscientemente en posición fetal. Escondió su rostro en medio de las rodillas, dejando sus nudillos blancos de la fuerza. Las lágrimas corrían por su cara. No había nadie que pudiera cambiar. Nadie que pudiera ayudar. El frío se acomodó en su corazón. Se convirtió en granito.
Y así permaneció durante horas enteras de la oscura y fría noche de invierno. Después, sólo hubo la nada.
********
Cuando Ilya encontró a Evie en el lago horrorosamente pálida, se asustó muchísimo. Corrió hacia ella, entrando de un salto en las gélidas aguas, temiendo por su vida.
-          Evie, cariño… ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?-palmeó con cuidado aunque de forma frenética el cuerpo de la muchacha, buscando una herida y las zonas más frías-, ¿por qué te has quitado la ropa? Respondeme, por lo que más quieras…
No escuchó ninguna respuesta a su pregunta. Sacudió el cuerpo una y otra vez, cada vez con más fuerza. Sus propias lágrimas, ocultas desde hacía tiempo, brotaron de sus ojos negros, cayendo con intensidad en la cara de la joven. Volvió a hacer la pregunta, pero el silencio seguía siendo el dueño de la respuesta. Ella se estaba muriendo, y él la estaba perdiendo para siempre.
Pegó su oído al pecho de ella. Su respiración era muy débil.
 - Por favor, Evie... No me abandones ahora que puedo estar contigo. Te amo.
Pero seguía sin ocurrir su milagro. Estrechó a su novia en sus brazos, llorando desconsoladamente. Apretando el cuerpo hasta más no poder, dando por seguro su perdición. Mientras el frío congelaba su poderoso cuerpo.
Sin embargo, llegó a entender unas palabras muy bajas, casi como si fueran un halo de esperanza.
-          Vete… Quiero estar sola, por favor.
-          ¿Piensas que voy a dejarte sola aquí? ¿Arriesgándome a perderte por una hipotermia? Antes loco que…
-          Se ha muerto, Ilya… ¿No lo entiendes? Se murió. Se murió y me duele muchísimo…
Sus manos rodearon a la pequeña, subiéndola en sus brazos y sacándola del estanque, colocándola sobre la tierra con cuidado y la arropó con su chaqueta, atrayéndola hacia él. Le regalaba su calor, y ella casi no oía lo que le decía debido al castañeo de sus dientes entre sus labios morados.

-          Evie, sabes que siempre me vas a tener de tu lado, siempre: a mi, a Óscar, a Erika, a Esther, a tu madre y tu hermano… A todos tus amigos y familiares. No quiero que te vayas sin decirme nada, sin decirme a dónde, pero si lo necesitas, si de verdad lo quieres, te dejaré ir. Yo, si te soy sincero, no quiero que te marches que nos dejes, espero que lo pienses mejor o no sé... Ahora que volverá Esther, que ha vuelto Martina; podremos echarnos unas risas al estar juntos. Besarte y amarte, sé que se hará igual en una ciudad u otra pero preferiría que te quedaras. Te amo mucho nena, eres una persona muy especial para mi, aunque algunas veces me cabreo, o te irrito, o te cabreas tu conmigo…Lo nuestro no lo rompe nadie, así que no creas que podrás escapar tan fácilmente de mí cuando más lo necesites, porque será cuando más intente estar para ayudarte.
-          Dios… ¿Por qué me dices estas cosas ahora? ¿No ves que me haces llorar más?
-          Porque sé que ahora es cuando las tomarás enserio de verdad.
-          Calla ya... Llévame lejos de aquí, por favor… Si mi madre me encuentra no quiero escucharla. A ella ni a sus reprimendas...
-          Te llevaré hasta el fin del mundo si hace falta, cariño mío.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Here I am


Ser bueno hoy en día es ser tomado por bobo, ser justo... Por imbécil, tener moral y honor... Es ser retrógrada...Y  tener compasión es tan solo de débiles. Pero entonces qué le voy a hacer si resulta que soy: Bobo, Imbécil, Retrograda y Débil... Es que casi lo prefiero, lo contrario sería haber caído en un individualismo estúpido que no lleva a más que la soledad.”

Una vez más hizo uso de sus sonrisas para escapar del compromiso que le suponía bailar un vals con Lord Frederick de Montrose. Barón francés, cazafortunas y libertino de primera categoría.
Aún me sorprendía que nadie estuviera al tanto de las jóvenes inteligentes expuestas a la Sociedad Inglesa, terminando a principios de la primera temporada como simples floreros en una silla poco cómoda en mitad de un baile, rodeadas de hipócritas y hombres idiotas que no sabían ver la belleza que ellas ocultaban. Pasaban desapercibidas entre la multitud. No les hablaban, no las miraban, ni escuchaban. Podía resultar una bendición esa situación.
 Pero… ¿Qué pasaba si en medio de tanta multitud estaba el hombre que amaba? ¿El único amor de tu vida pasando largas horas encerrado entre mujeres insípidas, carentes de moral?  Eran bellezas clásicas, casi siempre demasías clásicas. Féminas bien dispuestas a pasar noches a escondidas de sus maridos; aunque sus figuras y caras eran atractivas, pronto comenzaría su declive debido a los rigores de sus indulgentes estilos de vida. Debían demasiado, y pasaban demasiado tiempo en fiestas y salones. A veces eran tan perfectas que comenzaban a aburrir. Mujeres sin moral, simple y llanamente eso.
El amor de verdad solo surgía entre dos personas que tengan mucho en común, ¿cómo entonces encontraría al amor de su vida entre tantos pomposos lores? Los gitanos dicen que los hombres y mujeres son mitades de una sola unidad que ha sido cortada y separada, y que vagamos en busca de nuestro compañero del alma, ese al que estamos destinados. El destino hará que estemos juntos, y si no, el compañero del alma estará todavía ahí fuera, esperándome en algún sitio.
Todo el mundo le decía que era distinta; “es usted una mujer encantadora, querida, sin duda llegará lejos. No es la típica joven y eso la ayudará a dar una buena impresión” me había dicho Lord Avenley. “Era joven y vivaz, una <> según había oído decir a alguien un minuto antes. Una mujer que vestía ropa cara con elegancia y que podía hablar de muchos temas diferentes” le había confesado Rosalie Berkeley. “No importa lo que pase, Evie, eres la clase de persona que siempre sale adelante; posees talento para hacerte amiga de aquellos que pueden ayudarte”, confesó Rand Lancaster.
Sin embargo, mi familia quería  que me casara con un joven educado que jamás me haga daño. Pero no era tan frágil como ellos pensaban. Necesito a alguien con quien pueda discutir de vez en cuando, alguien que me haga frente, alguien que no se deje intimidar por mí. No quiero a alguien más frágil que yo.
Sin embargo, ya tenia en mente a quién le gustaría tener como esa persona. Ilya Prakovsky. Había pocos hombres como él, capaces de atraer la atención sin esfuerzo alguno; era imposible pasar por alto su presencia. Era excitante estar junto a Ilya, era atractivo y agudo, poseía una sonrisa audaz y un temperamento que variaba con la velocidad del rayo. Era difícil predecir qué  cosas se tomaría en broma o en serio, pero ése era uno de los rasgos más atractivos de su carácter.

Aunque… ¿qué más me daba no casarme? No iba a conseguir al hombre de sus sueños (él andaba muy ocupado con otras damas, y ella la pasaba de la edad casadera). El matrimonio era sólo una ceremonia cuya finalidad era unir a dos personas para toda la vida, y ella sabía que ningún ritual, juramento ceremonia podía disipar la sensación de soledad que sentía. El matrimonio no cambiaría nada, ni tampoco cambiaría aquella certeza interior de que ella no encajaba en ninguna parte.
-          No comprendo esa fijación tuya sobre los papeles y los sitios-dijo Marley Shesboorn en un momento de privacidad, desconcertada-. No desempeñas un papel en la vida, simplemente vives.
-          Que yo sepa, ya he vivido varias vidas cuando todo lo que quería era vivir una-me froté la frente con gesto cansado-. Oh, qué vieja, qué estropeada me sentiré al lado de esas chicas de diecisiete y dieciocho años. No saben nada del mundo, pero sí saben cuál es su lugar en él. Ya saben quiénes son y qué harán con su vida. Son tan maravillosamente convencionales que no puedo por menos que sentir envidia por ellas.
-          No creo que puedas juzgarte a ti misma por los estándares convencionales.
-          Pero eso es lo que harán todos los demás. ¿No lo ves? Esto es un error…, es un error pretender que encaje en tu mundo. Me siento como un ladrón que intentara entrar furtivamente por la puerta lateral de una casa para ocupar un lugar que no me corresponde. ¿No sería mejor encontrar un empleo para mí en otra parte? Algún lugar seguro y apartado donde no llamara la atención.
-          No serías más feliz de esa manera-dijo Marley con terquedad-. Y si lo que dices es cierto, y en realidad no perteneces a ningún sitio, entonces bien puedes aceptar los planes que tengo para ti. Tanto te dará casarte con un barón que con un panadero.
-          ¿No crees que estás siendo un poco extremista?
-          Tú no eres una persona convencional. Tienes tus propias reglas, y piensas y sientes de acuerdo a ellas. Eres mucho más hermosa que las jóvenes que dices envidiar, eres mucho más interesante y digna de amor que ellas. Eres…-Marley suspiró y me miró con impotencia-. Eres Evangeline Jenner, eres diferente y especial. Y eso no va a cambiar.
-          Guardé silencio durante un buen rato, meditando las palabras de mi amiga hasta que adquirieron un extraño sentido para mí. Con el innato sentido práctico que había heredado de mis antepasadas brujas, comencé a darme cuenta de lo inútil que era lamentarme por lo que nunca podría llegar a ser. Yo era quien era y, como Marley había señalado, no podía hacer nada para cambiarlo. ¿Tan difícil era sacarle partido a la situación? ¿Acaso tenía otra elección?
-          Sí, soy Evangeline Jenner-dije con una sonrisa cansada-, y supongo que podría haber sido alguien mucho peor, ¿verdad?


martes, 21 de agosto de 2012

End of the sun


Recogí mis faldas, colocando mi primer pie en el peldaño del carruaje, sin dejar de girar mi cabeza en todas las direcciones, buscándole, pero sin verle.
-          ¿A quién buscas, Evie?
-          Er… A todos y a nadie, madre…
-          Si piensas que soy tan fácil de mentir, es que no has aprendido nada de mí durante tantos años.
-          No pienso eso- confesaba mientras me sentaba en el sillón acolchado de terciopelo rojo, apoyando mi mano en un codo y mirando por la ventanilla con las cortinas recogidas.
-          ¿Es ese joven que tan ocupada te ha mantenido este mes?-inquirió cuando arqueó una ceja.
Una tímida sonrisa se dibujó en mi cara, pero mi mente se alejaba de la elegancia inculcada desde la cuna.
 Cansada de pensar en ése sujeto, y lo absurdo al pensar en un matrimonio con él por amor, solté el lacito de la tela, cayendo rápidamente y oscureciendo el interior.


-          Sí, le buscaba. Pero ya me ha dejado en claro todas mis dudas.
-          ¿Qué dudas cariño?
-          Si en verdad me quería- no daba crédito a mis oídos. Confesé algo que no admitía ni yo, que no quería que nadie supiera. ¿Lo dije porque lo sentía de verdad? ¿En el fondo lo sabía pero no lo quería aceptar?
-          Y una cosa… ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué te mandara una carta cursi? ¿Una habitación llena de flores rojas? O probablemente ¿joyas? Me parece bien que no haya aparecido, haya hecho lo que hiciera. Pero darte regalos a cambio de tus disculpas no es más que comprar una mentira. Te quiere tanto, que ha decidido dejarte tranquila.
-          No, madre.- la indignación, la probabilidad de ver a Ilya con otra mujer diferente de mí me llenaba de rabia, rabia ciega que crecía, pero las pruebas eran las pruebas-, si profesara hacia mí los mismos sentimientos, estaría ahora mismo aquí, conmigo, y no escondido en su alcoba, a saber con cuál mujer nueva.
-          ¿Has pensado en ser positiva alguna vez? La vida trae muchas más soluciones a aquellos que tienen el coraje de soñar.
-          Si siempre pensare para bien, me convertiría en una ignorante.
-          O conseguirías tus sueños.
Relajaba mis músculos, tensos debido a la conversación, y me centré en respirar con los ojos cerrados la última fragancia del maravilloso campo.
Descendíamos por la carretera, levantando polvo al paso lento, tan lento que aún se escuchaba a un caballo relinchar a lo lejos.
                                                                 *********
Corrí escaleras abajo cuando supe de la partida de Evangeline. Me negaba a creer que se hubiera ido de verdad, menos en medio de una discusión inacabada. Podía permitirle el dejarme con la palabra en la boca, pero no irse sin darme posibilidades para hablar en privado y pedirle disculpas.
En estas últimas semanas gozaba de su compañía como nunca fue con otra mujer, sin embargo, conquistar a Evie era una locura, y yo debía de estar rematadamente loco de amor.
Al llegar a los establos, monté sobre Thor sin dilación, sin preocuparme de equiparle la silla de montar, ni las riendas; hundiendo mis dedos en su pelaje, y ojos inyectados en sangre y frustración por el tiempo que perdía, lo espoleé con el talón, saltando la valla con las patas traseras, preparando mi cuerpo para el duro golpe, averiguando el carromato de mi chica de entre los demás.
Pasé corriendo por cada lado, mirando por dentro de las ventanillas, hasta recordar el símbolo del colgante que solía llevar puesto y que yo le había quitado hacía unos días a la joven: una corona que rodeaba una rosa abierta; y ese vehículo estaba a punto de abandonar la hacienda.
Aceleré la marcha, hasta ahora muy lenta, gritando a los invitados que se apartaran de mi camino.
                                                             **********
-          ¡¡¡Evie!!!-gritó una voz muy familiar desde la distancia.
-          Imposible-murmuró mi padre.
Inmediatamente saqué mi cabeza por la ventana, encontrándome a Ilya sobre un caballo completamente negro, endemoniado que corría hasta donde yo estaba.
Al final, si vino. Me dije a mi misma que debía salir, saltar y correr hacia mi destino, por difícil que fuera y aunque yo siempre pensara lo contrario. Debía luchar con todas mis fuerzas por mis sueños.
Lo hice.
Salté del vehículo en marcha, rompiendo un tacón del zapato al frenar la caída, y poniendo pies en polvorosa hacia el chico, sin el menor atisbo de pudor en arremangar mi traje en una sola mano para aguantarme el sombrero con la otra. Sólo me quedaban pocos pasos, los cuales eran robados por las patas del caballo a una velocidad increíble.
Aún sin frenar a Thor, Ilya se bajó apresurado, corriendo, respirando acelerado, rojo de ira.
-          No te vuelvas a escapar, joder.
Sus manos me rodearon, pegándome a su cuerpo y estampándome un beso posesivo en la boca.
-          No me dejes escapar tú a mí.
Con la misma intensidad, y aprovechando su despiste,  devolví el roce y un pellizco en su brazo derecho.

domingo, 29 de julio de 2012

Cowboy's history

SKAYDER

Para muchos el mejor amigo de todos. Un joven con el que poder contar siempre que se pueda. Un chico capaz de dar la mano por sus hermanos. Un señorito que no se rinde fácilmente, algo terco, pero muy especial.
Hace casi un año y poco más que lo conozco, y parece que ha sido toda una vida. Le conozco tanto, o menos que él a mí; le quiero muchísimo, y pocos serían capaces de igualarle en el futuro. No quiero decir que vaya a dejar la relación que tengamos, pero sí asegurar que ha dejado el listón masculino demasiado alto.



Al principio pensé que no era más que un chiquillo con el que me entretendría dos días. Que hablaríamos mucho para después tenerle rellenando la lista de amigos que ya tengo de por sí rebosando. Le avisé de que podría enamorarse, no quería tener que acarrear con más problemas de los que tenía por ésa época, él en cambio, dijo que ya veríamos si pasaba. Le comenté innumerables veces lo problemática que yo podía llegar a ser, que era difícil de entender, rozando la pesadez y la obsesión... Pero en vez de huir, como esperaba que hiciera, él se plantó firme en su sitio, aún con esperanzas y con una firma y férrea voluntad.

Comenzamos nuestra relación al poco de conocernos. Y no me arrepiento, me ahorré mucho tiempo sin él y su compañía. Aunque a lo mejor hubiera sido mejor esperar un poco más a conocerle más profundamente, y así no hacerle daño como le he hecho hasta ahora, cuando no entendía sus bromas, o sus ausencias. Pero aún así tampoco me arrepiento. Es de las cosas que más grandes y preciadas tengo.

Ahorita va a cumplir años, el 25 de septiembre, y quería hacerle un buen regalo. Lástima de mi que por culpa de la distancia no pueda darle los besos y caricias que tanto me gustaría. Porque a veces pienso que me estoy perdiendo sus mejores momentos en su realidad, y yo mientras aquí, atándole a algo que tardará en llegar. Un futuro poco más que marcado por la incertidumbre, pero seguro para los dos.
¿Qué le regalo pues a ésa persona que tanto quiero? Ni una canción dedicada por la radio significaría la mitad de lo que siento. Ni siquiera escribirle una carta valdría tanto como abrazarle en su día. Ni siquiera el hecho de comprarle algo que le hiciera mucha falta y mandarlo por correo me satisfaría tanto... Nada podría convencerme al final, de lo mejor para él. Y puede que no lo haga nunca.

Tengo la oportunidad de vivir mi vida con alguien maravilloso. Una vida llena de aventuras, sueños hechos realidad, y nuevos propósitos. Nuevas experiencias que enriquecerán mi vida, y nuevos miedos de perder lo que tanto quiero.
Pero de éso está hecho la vida,  y no me importa correr el riesgo si con ello puedo estar con él.

Puede que no seamos la pareja perfecta, que tengamos más broncas que días buenos, pero valdrá la pena. Si vamos a tener un futuro juntos, no tiene sentido que finja ser quién no soy; fingir que no voy a hacerte demandas en cualquier terreno. Aunque por mal que vayan las cosas, siempre estaré aquí.
Son tus defectos los que te han hecho maravilloso.
Lees mis pensamientos y emociones como si fuera un libro abierto. En circunstancias normales nunca me he molestado en ocultarte lo que pienso o siento. Y el hecho de que sepas muchos secretos míos, más de los que nadie sabe, evidencia que estoy más unida a ti de lo que había pensado en un principio. Y si mi instinto me dice que vale la pena perseguir esto, es lo que haré.


Te quiere, Lady Evie

lunes, 9 de julio de 2012

Who's she?

 ¿Quién era ella?
Nada más que una simple dama, hija del barón de Oxford, pasiva y gris. Menospreciada. Reticente a vivir la misma vida que sus compañeras, mucho más lindas que ella.
 ¿Quién era ella?
Nadie en mitad de la marea social londinense, eso si es que estaba situada en ella.

 Absolutamente nadie conocía sus deseos más prohibidos, sus sueños más oscuros, ni su forma de ser, ni de razonar... Su inteligencia era relegada a menudo a un segundo, tercer o último lugar. Con frecuencia tenía que parecer tonta ante quienes quería impresionar. Vivía en una época donde una cara bonita valía mucho más que la integridad de una persona.
Ni siquiera aquellas que tenían el nombre de mejores amigas conocían su necesidad de vivir la vida a  cada segundo, de sentirse cada día más viva, de experimentar nuevos sucesos, nuevas emociones, enfrentar nuevas situaciones. Cosa que veía imposible en su condición de solterona gordita y fea.

Nadie sabía a dónde iba, ni cómo ni con quién, y eso le bastaba para saber que era libre de tomar sus propias decisiones sin el miedo a ser tachada de mala compañía e influencia. Pero eso no le importaba mientras pudiera ser quien era ella. No mientras pudiera seguir soñando sin ser interrumpida por obligaciones. No mientras aún fuera dueña de su vida.

martes, 3 de julio de 2012

Para mejorar y no conseguir nada...


Que curiosa es la vida, que cuanto más intentamos sobresalir en algo, menos lo conseguimos. Y es que la sociedad, al menos la estudiante, está dividida de una forma muy rara.
Los que son inteligentes y dotados de la capacidad para aprobar sin estudiar y que se pasan las horas de clase hablando o dibujando en sus libretas, son aceptados por todos, pues dan las tareas, ayudan a entender y pasan la mayor parte del tiempo en frente del ordenador informándose sobre la vida de distintos famosos, viendo películas o viciándose a un nuevo juego.
Los guapos o que se creen lo mejor de lo mejor son aceptados en los grupos desde el primer día que llegan nuevos a un lugar, son abiertos y juguetones, algunos incluso se aprovechan de parecer cariñosos para conseguir abrazos o besos de las chicas que están a la altura.
Los que pasan de todo, simple y llanamente se olvidan de lo que les rodea en clase, colocándose los cascos de música o durmiendo, algunos incluso hablando por el móvil con sus amigos.
Y, el último grupo, donde me incluyo: los que intentamos sobresalir al menos una vez… Y no conseguimos absolutamente nada por mucho que hagamos. Somos marginados por los demás, tratados como raros o seres que nunca han existido ni tienen derecho aun minuto de fama. Simples seres que son pasados por alto sólo porque no son semi perfectos o alguien que no son. Pasamos la mayor parte del tiempo estudiando para lo exámenes, y después llega el empollón diciendo que nos hemos equivocado aquí, que no sabemos hacer esto, que ha sacado mucho más nota que nosotros, o incluso que no sabemos entender nada.

Cuando intentamos ir guapos al colegio, llegan los guaperas riéndose por la forma en que vestimos, o del peinado que hemos decidido llevar; para cuando pasas por la puerta de una de esas clases, te tiren agua porque no te soportan. Mientras, miras a tu alrededor y todos se ríen de ti. Intentarás seguir con la cabeza alta, pero no lo conseguirás.
Y los pasotas, si ven que intentamos llamar la atención o hablar con alguien distinto, directamente hacen chismes o te critican a la espalda.
Por lo tanto, me duele darme cuenta de que por mucho que intente mejorarme, siempre habrá alguien superándome, y no es justo… Merezco minutos de fama, incluso días y encontrar aquello que merezco y tanto he buscado. Porque no somos falsos, somos como somos, originales. No apreciados, incomprendidos, simples testigos de la vida, mientras los demás la viven con sus sueños hechos realidad…


domingo, 13 de mayo de 2012

Puede que tú hayas cambiado, pero yo no.


-Tengo que llegar… Tengo que llegar… ¡Tengo que llegar...
Mis pies corrían sobre la gravilla de la carretera mal hecha del pueblo, ahora oscura y desierta en comparación con las mañanas, bulliciosa. Agarré con fuerza la funda de mi espada, impidiendo que se cayera del cinto donde estaba amarrada, justo cuando estaba dispuesta a saltar un muro desde un barril de vino para pasar al siguiente conjunto de callejuelas.
Sólo tenía una oportunidad para alcanzar el barco en el que secuestraban a Ilya los secuaces de mi tío Frangois du Dulac. Lord Dulac se había negado hace medio año a cualquier compromiso matrimonial que tuviera su sobrina, por ventajoso que este fuera, pues quería heredar la fortuna familiar y sus posesiones más ricas.
Nadie sabía que su sobrina era "el encapuchado" más buscado, también llamado Pagan. Nadie sabía, que una joven de alta cuna, estaría defendiendo los derechos de las mujeres en la sociedad.
Disfrazada como iba, una capa negra que me llegaba hasta los tobillos, un sombrero que tapaba mi pelo castaño en su mayor totalidad, y la ropa negra ajustada que me permitía la mayor parte de los movimientos, contradictoria a la moda de la época. Armada de pies  a cabeza con una espada recién afilada, un revolver de precisión, varios explosivos, pequeños cuchillos repartidos por el pie… Eso sin mencionar la daga que tenía escondida en mi bota fuertemente anudada hasta por debajo de los tobillos.
Fuera quiénes fueran los secuestradores, iban a encontrarse con una maestra de las espadas muy enfadada.
El barco de vapor que transportaba a Lord Prakovski estaba a punto de alejarse lo suficiente de la plataforma como para imposibilitar mí subida a bordo. Pero no fue difícil saltar impulsada por mis talones, agarrándome al bordillo de la proa, nerviosa por delatar mi presencia. Decisiva, apunté mi zapato en el metal, pasando la otra lo más arriba que podía para entrar. Al conseguirlo, me escondí detrás de las paredes, en las sombras, avanzando lentamente, espada en mano, apurando mis pies sin hacer ruido.
El primer enemigo no tardó en ser localizado.
Alcé el arma, resuelta a asestarle la hoja en el cuello y tirarlo a la mar; el hombre, sin embargo, pareció advertir mi figura a contra luz, pues se giró encarándome con una pistola de perdigones oxidados, la cuál no duró nada en sus manos, ya que al ser yo más rápida, se la había quitado. Esquivé un puño directo a mi mandíbula, mientras yo le pegaba en el estómago con los anillos de metal. Cogiéndole por la camisa del cuello y entorpeciendo cualquier intento de fuga, lo tiré al océano. Su grito dio la voz de alarma.
De pronto, me vi rodeada de mercenarios harapientos, sólo armados con espadas cortas. Paré unos segundos, imaginando una nueva táctica en mi cabeza, buscando la forma de gastar el mínimo tiempo posible y aún así mantenerlos entretenidos. Di vueltas sobre mis pies, mirando cada cara, cada rostro, y me decidí por el más débil.
-          Uno por uno, caballeros.
Un estruendo de risas resonó en medio de la noche, al mismo tiempo que aullaba un perro en la lejanía, y yo me disponía.
Con mi espada, di unos suaves golpes a la del muchacho, teniendo la certeza de que estaba muy nervioso, y no era capaz de aguantar firme el arma. Empecé con un juego de pies, chocando el metal muy cerca de su empuñadura, y él me envestía con un intento de toque en el hombro. Impedí un ataque a la pierda, bajando rápidamente el arma y colocándola en posición nuevamente, esquivando otra espada de un segundo combatiente. Volví a parar, mostrándome aparentemente cansada, localizando a los dos insensatos. Con renovadas fuerzas alcé el arma tocando al joven en el costado, cayendo al suelo mientras yo me enfrentaba a un nuevo oponente.
Apareció en medio de mi campo de visión un hombre muy alto y fuerte, mientras yo intentaba parar su estocada, y el agarraba mi arma, riéndose. Una patada llegó de improviso a su entrepierna, haciéndole volver a la fila.
Furioso, llegó otro hombre corriendo, pretendiendo darme en la cabeza, pero mi florete, mucho más rápido, fracasaba sus intentos. Dejando a más de la mitad con las ganas, me refugié las espaldas, donde menos gente había, saltando y eludiendo, disparando y esquivando. Aproveché que un marinero se agachaba a recoger su arma para pasar espalda con espalda, por encima de él, dando una voltereta y ubicándome encima de una mesa con copas y cartas. Uno subió a ella, pero fue velozmente tirado al suelo. Acercándome al borde, di una patada a uno en el pecho. A otro le alejé de su espada la mano, y a un quinto le di una patada en la cara. Dos aspiraron subir, pero mis puñetazos lo sacaron fuera. Oro más fuerte ascendió, peleándose conmigo, y terminando sin cabeza. Corriendo nuevamente, entré en el pasillo, cerrando la compuerta y enfrentándome a los nuevos integrantes, atizándoles duros leñazos,  y beneficiándome de los distintos muebles dispuestos, tirándoselos a las caras sin contemplaciones.
-    Estoy empezando a hartarme de tantas molestias, señores.
Frente a los calabozos, había un nuevo marinero, medio durmiendo, a quién dejé tranquilo, desmayado.
-  ¿Ilya? ¿Estás ahí?
-   ¿Evie? ¿Qué haces tú aquí?
Siguiendo su voz conseguí encontrar la celda correspondiente, cargué uno de mis explosivos.
-  Aléjate de la puerta todo lo que puedas.
-Ya no sé qué decirte para que dejes de disfrazarte…
-Cállate y aléjate.
Solté la cerilla, escondiéndome detrás de una pared, y escuchando la explosión.
Al darme la vuelta, vi como Ilya salía desde los restos.
-  Toma- le tendí el revolver y la daga- te harán falta ahí fuera.
-  Pareces un hombre de verdad…
-  Ten cuidado no vayas a cambiar tus gustos- repliqué azorada.
-  Lo dudo.
Al salir por la puerta de metal principal sólo tuvimos preciso tiempo para soltar dos nuevos explosiones y saltar por la borda. Navegando hacia la orilla, lo más rápido que podíamos huyendo de la muerte y la amenaza. O eso creíamos.

viernes, 30 de marzo de 2012

Carta al amor.



"Querido Ilya:
Más de dos semanas juntos han sido menos que suficientes. En dos semanas me he enamorado de ti. Ahora nos espera un año separados, ¿pero qué es un año separados después de estas dos semanas juntos?"

Él seguía corriendo, cansado, sin apenas respiro, sobre el polvo de la arena en el camino... Hasta llegar a mí.
-           - No podía dejar que te fueras sin decirme adiós- me confesó lord Prakenski cogiendo mis manos entre las suyas.
"Me hiciste una promesa, una promesa que sé que cumplirás. Sólo te pido una promesa más  durante el tiempo que estemos separados: cuéntame todo, escríbelo todo. Toma notas en un cuadernillo y envíamelas con un mensajero, me da igual, pero quiero saberlo todo. Así estaremos siempre juntos aunque nunca estemos realmente juntos. Antes de que nos demos cuenta, nos veremos".
-           - No me diste oportunidad…-mentí.
-          -  Yo…-la sinceridad vaciló en su mirada, sin saber elegir entre contarme lo que tanto le costaba asimilar, o reconocerlo en voz alta.

"En el fondo, todo el mundo piensa que  eres fuerte y duro. Pero  ser eso sólo se trataba de asimilarlo.
A veces, tenemos que darnos permiso a nosotros mismos para no ser fuertes por una vez. No hay que ser duro cada momento del día; está bien bajar la guardia, de hecho hay momentos en que es lo mejor que podrías hacer, siempre que escojamos nuestros sentimientos con sabiduría. Y tú los controlas casi tan bien que impides descifrar tu cara de póquer".
-           - No tienes por qué decírmelo… Ni siquiera espero que lo hagas- mi cuerpo giró sobre sí mismo, dispuesto a emprender el camino hacia el carruaje; pero algo me retenía, junto a él, justo antes de que todo se volviera negro, y la gente desapareciera de nuestro alrededor.
-           - Te amo… Y lucharé lo que haga falta para verte en menos de un año. Haré lo que haga falta, para no perderte… Lo juro.
"En la vida, uno solo podía estar seguro de una cosa, aparte de la muerte y las dificultades: no importa lo mucho que lo intentes, no importa lo bueno que sean tus intenciones: vas a cometer errores, vas a hacer daño a la gente, van a hacerte daño… Y si quieres recuperarte, solo hay una cosa que puedes decir. Cuando alguien hace que nos equivoquemos, queremos tener razón. Sin el perdón nunca se ajustan las cuentas, las viejas heridas nunca se curan, y lo máximo que podemos esperar es que un día tengamos la suerte de poder olvidar".

-          -  Suerte…- dije, deseando que mi voz no demostrara el profundo dolor que sentía.
Regresé al coche, esperando ver desaparecer la cara del hombre al que amaba con tanta fuerza; esperando poder olvidar las lágrimas que amenazaban con desramarse.
"La verdad es muy dura, la verdad es incómoda y a menudo la verdad duele. La gente dice que quiere saber la verdad, pero ¿es cierto? La verdad es dolorosa, en el fondo no queremos conocerla, sobre todo cuando sabemos que nos afectará. A veces decimos la verdad porque es lo único que podemos ofrecer. A veces decimos la verdad porque necesitamos decirla en voz alta para poder oírla, otras veces la contamos porque no podemos aguantarnos y otras la contamos porque a alguien le debemos al menos eso".
-          Te amo, Ilya Prakenski-susurré contra la tabla de madera.
"No lo dije en ese momento, pero te amo… No quiero vivir sin ti… Cambiaste mi vida.
Mi sol, nada puedo hacer sin ti... Pero tampoco quiero sufrir por no estar contigo, ni imaginarme cosas que no son, situaciones que nunca ocurrirán…"
Mientras tanto, el carruaje se alejaba de tan linda hacienda, separando a la pareja en el tiempo y el espacio.

viernes, 23 de marzo de 2012

Viaje al aparte.Part1.



"Peléate con el árbitro, cambia las reglas, haz trampas, no olvides tus heridas, pero juego… Como si no hubiera un mañana. No se trata de ganar o perder, sino de cómo juegas.
Pasamos toda nuestra vida preocupándonos por el futuro, planificando para el futuro, intentando predecirlo, como si calculándolo de alguna manera amortiguáramos el golpe. Pero el futuro está siempre cambiando. El futuro es el hogar de nuestros miedos más profundos y todas nuestras esperanzas. Pero una cosa es cierta, cuando por fin se revela… El futuro nunca es el camino que imaginamos"


Recogí la manta que había caído al suelo del avión, colocándola de nuevo sobre mis hombros y resguardando mi cuerpo del aire acondicionado.
Desde hacía tres horas, viajaba hacia La Península Ibérica junto con el grupo de AFAMER. Quedaba una hora de viaje para llegar al aeropuerto de Sevilla, desde el que nos llevarían al aparta hotel Bordeux.
Desde la ventanilla podía ver el embravecido mar, en medio de tanto silencio, sólo con el sol dándome en la cara tímidamente; mientras mis dedos acariciaban la ventana y mis pies se encogían sobre el sillón.
Ya le echaba de menos… Dos noches sin hablar, más los cuatro días siguientes incomunicados: sin llamadas ni mensajes. ¡Qué desesperación! Aunque no se arrepentía de haber pagado el billete, tenía una nueva oportunidad para visitar un país desconocido. Y su espíritu aventurero no podía negarse esa posibilidad.
"Nunca saber cuándo va a ser el día más importante de tu vida. Los días que crees que serán importantes nunca son cómo imaginabas en tu cabeza. Los días normales que empiezan igual que otro cualquiera, son al final los más importantes"
Había prometido escribirle en un cuaderno cada noche, tomar notas de lo que visite, para luego mandarlas por correo al volver a la isla. En ese pequeño cuaderno azul claro ya había escrito varias hojas: la despedida de mi madre antes de subir al autobús; el añoro de su risa; sus ojos color miel y su nariz tan mona.
-          Es muy linda la vista, ¿verdad?
-          Es preciosa.
-          Recuerdo el primer viaje que hice con mi marido… En momentos como estos, desearía poder recuperar el tiempo perdido junto a él.
-          ¿Cómo se llama?- inquirí, pues las historias que escuchaba de la gente, me servían para crear nuevas situaciones en mi blog.
-          Llamaba… Murió hace un año- el silencio se tensó. Por mi parte, me gustaría saber la historia de esa mujer tan erguida a mi lado, pero sin hacerle daño; por la parte de la señora, parecía sumergida en sus recuerdos.


"

-         Al cabo de unos minutos, contestó mi pregunta:
-          Se llamaba Francisco. Un joven muy apuesto, a veces demasiado, pero realmente dulce y atento…- su narración fue muy larga, casi hasta antes de aterrizar, que fue cuando durmió un poco debido al agotamiento, y yo escuchaba la música de mi reproductor.
""El dolor adopta formas diversas, una punzada, una leve molestia… Dolor sin más, el dolor con el que vivimos a diario, pero hay dolor que no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás y hace que el mundo se desvanezca hasta que solo podemos pensar en cuánto daño hemos hecho. ¿Cómo enfrentarnos al dolor? Depende de nosotros.
El dolor, anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo… Ignorarlo, para algunos la mejor manera de enfrentarse a él es seguir viviendo.
El dolor, sólo hay que aguantarlo. Esperar a que se vaya por si solo y a que la herida que lo ha causado cicatrice. No hay soluciones ni respuestas sencillas, solo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantarte. Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta"
-          Que irónico…- pensé en voz baja-, mi novio se llama igual que el de la señora… Francisco…
Recordé cómo había conquistado al chico, nerviosa en ese momento por si no conseguía presentarme como un buen reto, algo que valiera la pena. Había otra joven detrás de él también, y eso incrementaba mis prisas por hacer crecer el cariño entre nosotros. Lo  curioso, es que al principio yo no buscaba una relación seria, pero el me obligó a cambiar esa perspectiva casi de inmediato.
<
>.
Ahora estaba de cara a mi persona, en mi mente soñadora. Mis ojos se recorrían de arriba abajo, contemplando la joven belleza y la inteligencia. Mis sueños, mis luchas, caídas, defensas, muros, recuerdos, momentos, mi personalidad, mis seres queridos, mis amigos… Una vez más, luchando por salir adelante.
"Es una leyenda urbana pensar que el índice de suicidios aumenta durante las fiestas, en realidad disminuye. Los expertos creen que la gente piensa menos en suicidarse cuando está rodeada de su familia. Irónicamente se cree que esa unidad familiar es el motivo por el que las depresiones aumentan en las fiestas.
Un viejo proverbio dice que no puedes escoger a tu familia, aceptas lo que te ha deparado el destino y te guste o no, la aceptas; pero una escuela de pensamiento afirma que la familia en la que naces es solo un punto de partida, te alimentan, te visten y cuidan de ti… Hasta que estás listo para adentrarte en el mundo y encontrar tu propia tribu"