sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin De Año.Part.1.

<<Ser diferente, no siempre es algo malo…>>
Una noche más me colocaba sobre la morena piel tostada por el sol un nuevo traje, esta vez largo, blanco, con mangas alargadas que caían por mis brazos acariciándolos con muchísima suavidad. La falda, un poco más clara que el torso, pero con muchas más capas, resbalaba  hasta rozar el suelo dos largos centímetros por debajo de mis zapatos. Me había decantado días antes por unos tacones con los talones y la punta de los pies tapados en redondo y una fina tela de gasa alrededor de mi tobillo. El traje, a cabante de planchar, adornaba mi escote con un suave encaje poco admirado a primera vista, pero mucho más tenue que el resto de la ropa, en forma de palabra de honor pero con un pequeño pico en el nacimiento de los senos. Pegado hasta las caderas, por medio de un cinturón dorado claro, al igual que mis codos, atada una cinta ribeteada de líneas que simulaban el oro. En mi cabeza, había optado por un peinado sencillo, un recogido con rizos descendiendo al azar al lado de mi rostro  bien definidos; detrás, la cinta negra colocada estratégicamente, me aseguraba que no se deshiciera fácil.
Ninguna joya, solo una diadema en mi frente, atravesándola por la coronilla, de pequeños diamantes, un regalo por mí cumpleaños.
Cogía el chal de gasa a la vez que el móvil sonaba e Ilya me llamaba desde el coche en el exterior.

Cuidé de llevar en la mano las llaves del pequeño piso alquilado, y en mi bolso de mano el móvil con la documentación indispensable.
El 31 de Diciembre, Fin de Año o Noche Vieja, se presentaba realmente animado para nosotros pues fuimos invitados a una de las fiestas más famosas de mis amigos mas especiales: Rayco y Stephanie, novios desde hacía cinco años que no dudaban en crear grandes celebraciones por todo lo alto, incluyendo bailes, cantos, exhibiciones de música, y bailes inolvidables. Lo bueno de sus fiestas era que no importaba la edad, siempre y cuando mostrarás tu DNI para demostrar tu verdadera edad y que era comprobada la autentificación de este mismo para no tener problemas. Por eso mismo y por la necesidad de ver la forma en la que les iban las cosas a ellos dos, como a Yhaíza y Rhonan.
Entre besos por parte de Ilya, y exclamaciones de asombro por la mía, se nos fueron tres minutos embobados en nuestras indumentarias. A ilya le quedaba de fábula su traje de etiqueta junto a la chaqueta mucho más abrigada que le dejó mi padrastro al ver que no tenía una para la ocasión. Su pelo, no soportaba verlo echado hacia atrás con gomina, por eso mismo decidí despeinarlo hacia delante, colocándole en una situación desventajosa, ya que se me tocaba el pelo, yo no dudaría en torturarle con muchísimas cosquillas. Por lo tanto, sólo pudo dejarme hacer lo que quisiera, hasta que se cansó de notar mis dedos enredados en su pelo sin compasión, intentando encontrar la mejor forma de ponerle irresistible, y me hizo cosquillas en la cintura, robándome besos de por medio y estallando en carcajadas juntos.
De camino a la celebración, cantamos Light up the world, Te Voy a Amar de Axel, What doesn’t kill you makes you stronger de Kelly Clarkson y Ai si eu te pego de Michel Teló. Canciones que pasaron de moda, pero y una de las ventajas de Ilya, siempre escuchadas por nosotros.

Era muy gracioso cuando mi pareja cantaba las partes en las que no sabía la letra, e inventaba las palabras según su instinto. Lo mejor aún, era cuando yo me pasaba largos minutos sin darme cuenta de que cantaba, perdida en su perfil, en sus manos acariciando las mías, o sus labios moviéndose. Era una de las mejores cosas que podía hacer, sobre todo cuando no existía para mí nada más, y mi mundo se desintegraba a nuestro alrededor, permaneciendo nada más que él, como una montaña inmovible ante el viento.
Y la fiesta no fue menos de lo que esperaba.
Los niños corrían de un lado para otro mientras los padres intentaban cazarlos, la gente charlaba jovialmente entre sí, y las abuelas observaban a los recién llegados, dispuestas a fantasear o improvisar ideas para unir nuevas parejas.
El único pastor alemán que correteaba libre decidió acercarse a Ilya, nadie menos indicado al adorar los animales, moviendo la cabeza inagotablemente, saludándole.
Las manos de mi compañero se afianzaron junto al cráneo del animal, mimándolo con los pulgares. Prendida al brazo de él,  jugué  con la cabecita del animalito, sonriéndole a los dos.
-          Algún día, los dos tendremos más de un pastorcito en nuestra casa… Lo prometo.
-          Y yo te prometo no tener ningún caniche.
Estallamos en risas. Por igual, odiábamos a los caniches, bolas de pelo y sin grasa ninguna, con un gran riesgo de pisarlos sin darnos cuenta.  Stephanie corría hacia nosotros, con una gran sonrisa pintada en los labios y los brazos abiertos.
-          ¡Qué felicidad veros de nuevo! ¡Dios, Evie, cómo has cambiado, estás guapísima! Y tú, Ilya, no te quedas nada atrás, estás arrebatador con etiqueta.
-          Vaya, gracias- Noté cómo mi novio se sonrojaba e incrementaba la presión en nuestros dedos, muy nervioso.
-          ¿Y ese anillo, jovencita?
-          Bueno…-fue mi turno de ponerme nerviosa- Ilya me pidió matrimonio.
Nuestras miradas se cruzaron. Ella sabía que yo tenía cierto grado de miedo al matrimonio, pues la experiencia me había enseñado que no todo salía bien aunque quisiera, y lo que una noche fue lo mejor del mundo, al día siguiente podía ser un infierno, y no poder escapar de él, era un tortura más que desagradable.
Si lo mío con Ilya salía bien… Sería un milagro bien merecido, y un respiro para toda mi familia materna. Y sin embargo, a pesar de la maldición que corría por la sangre de mi primer apellido, codiciaba poder tener lo que anhelaba cada día al despertarme y suspiraba todas las noches al acostarme.
-          Pero entrad, no os quedéis parados como si nada. Sed bienvenidos.
-          Gracias-dijimos al unísono entranto tomábamos parte de la recepción.
El salón, lujosamente adornado y con un escenario poco alzado al final, no dejaba lugar a dudas de la riqueza del joven Rayco y el acomodado trabajo de Steph (como la llamábamos entre amigas). Ella era actriz de cine, y había protagonizado muy buenas películas junto a Robert De Niro, Johny Deep o George Clooney. Rayco, sin embargo, era el hijo de un empresario famoso en Suiza y Barcelona, además la capacidad de hablar: francés, inglés, alemán, español, algo de sueco y chino le hacía accesible la mayor parte de los trabajos, sobre todo al heredar la compañía de su padre y todo lo que ello convenía.
A medida que entrábamos en la habitación, y éramos el centro de todas las miradas, Ilya y yo nos retraíamos en nuestros pensamientos, intentando no formar parte de ninguno de los comentarios e insinuaciones que creara la gente para pasar el rato.
-          Hay refrigerios, por si queréis tomar algo, y la música sonara casi toda la noche, ya sabéis, menos cuando den las campanadas. Cualquier cosa, estaré por aquí.
Ni tiempo tuvimos de agradecer. Ella salía disparada de mano de sus nuevas amigas, parloteando sobre sus nuevos invitados: la famosa periodista y escritora Evangeline Jenner, y el más codiciado joven que salía al mundo empresarial como una bala.
Decidimos bailar un rato, como hacían otros. Sonaba un fragmento de Los Piratas del Caribe, justo la más lenta de todas, que nos permitía volar sobre el suelo, él dirigiendo mis pasos, recordándome lo que era la ligereza de un pájaro en el viento, y él rememorando la delicadeza de una flor que osaba medirse con el viento, al igual que una montaña.

Los dos sin miedo alguno, dispuestos a luchar ante la vida si hacía falta, y contra lo que hiciera falta.
Los violines cambiaron la melodía y a Ilya le costó moverse en el nuevo ritmo.
-          ¿Recuerdas la piedra que me diste?
-          La de forma de corazón, ¿no?
-          Ésa misma. Resulta… Que la tengo aquí mismo- saqué de un pequeño bolsillito en mi traje, una piedra envuelta en un pañito de seda bordado, rosa claro. Se la puse en las manos, besando su mejilla y susurrándole de tal forma que nadie pudiera oírnos-: Keep holding on, cause you know we’ll make it through; just stay strong, ‘cause you know I’m here for you. There’s nothing you can say, nothing you can do, there’s no other way when it comes to the truth so keep holding on, ‘cause you know we’ll make it through.
-          Te quiero cariño…- sus brazos rodearon mi frágil cuerpo, estrechándolo contra su pecho, protegiendo a su niña pequeña, malcriándola con sus caricias… Y una vez más, llevándome a un mundo de sueños donde todo es posible, y donde nadie puede quitarnos lo que  queremos.
Mientras en mi mente resonaban los siguientes versos:
Hear me when I say, when I say
I believe .
Nothing’s gonna change,
Nothing’s gonna change destiny.
Whatever’s meant to be
Will work out perfectly.

Face to face, And heart to heart
We’re so close yet so far apart.
I close my eyes, I look away.
That’s just because, I’m not okay.
But I hold on, I stay strong
Wondering if we still belong.
Will we ever say the words we’re feeling,
Reach down underneath and tear down all the walls,
Will we ever have a happy ending
Or will be forever only be pretending.
Keeping secrets safe every  move we make.
Seems like no one’s letting go.
And it’s such a shame, ‘cause if you feel the same,
How am I supposed to know

jueves, 29 de diciembre de 2011

Navidad.Part.8.

<<Para hacer algo especial, basta con creer que es especial.>>
Volvíamos al bar tal y como nos fuimos una hora antes, él en la moto de uno de mis tíos, y yo en el Mitsubishi que mi padre me había regalado años atrás.
Seguía pensando en lo ocurrido con Miriam. Mi mente seguía pensando que era posible aquellos que presencié, mientras el corazón dictaba lo contrario: debía confiar en Ilya, pues él me amaba y me había jurado amor muchas veces, como yo a él; ésa era una de las razones por las que mi voto de confianza y mi tranquilidad caminaban- a veces haciéndome dudar- pero asegurándome un futuro mejor del que yo creo.
Desde el espejo retrovisor le veía sonriéndome, como si con una sonrisa, pudiera calmar todos mis nervios.  Era tan mono subido sobre la motocicleta, mi cabeza ya lo imaginaba con un casco deportivo, estaría guapísimo, como cuando se ponía las bufandas que él llamaba bragas y yo bufandas cerradas en círculo. Era tan bello de todas las formas posibles, que la mínima idea de vérmelo con otra mujer, me dolía en el alma.
¿Y si Miriam no reconocía nada? ¿Y si en verdad ella mentía? ¿Cómo sabría yo quién dice la verdad? ¿Debería dejarme llevar por mi corazón, aún cuando esté muy segado de amor? ¿O aparecería el instinto femenino, sin confundirlo con el amor?
Estaba aterrorizada, y no dejaba de dar suaves golpecitos en el volante cuando terminé de aparcar el coche frente la entrada de la taberna pegada al restaurante de mi padre. Ilya me abrió la puerta, esperando pacientemente a que mi cuerpo respirara antes del enfrentamiento, probablemente, peligroso para alguno de los miembros de mi familia. Debía correr el riesgo, me gustara o no.
-          Vamos…
Su mano se cerró sobre la mía con tal seguridad, provocando más aturdimiento en mí misma, que no pude más que reprimir el llanto amenazando con salir al exterior. Un llanto el cual me tenía agonizando de dolor.
La cortina de madera se movió tras nuestra entrada, advirtiendo a mi tía Rosa de la entrada de su sobrina, la que minutos antes había pegado a su hija.
-          ¿Se puede saber por qué le pegaste?-alzó  la voz aún cuando no habíamos tomado constancia de la escenita que se nos venía encima.
-          Evie estaba en todo su derecho- aclaró mi padre.
Girándose a él, Rosa lo encaró:
-          Tu hija no tiene derecho a nada aquí, y debería haber dejado que Miriam dijera lo que tenía que decir antes de tomarse la justicia por su mano.
-          En todo caso, tu hija debería haberse cerrado las piernas antes de intentar seducir a Ilya… En mi pueblo eso es de putas.
-          ¡¡¡Yo no soy nada de eso!!!- gritó la eludida, golpeando con fuerza la barra… Y se hizo daño en la mano.
Mi padre y mi tía seguían discutiendo, mientras yo, lo más alejada posible, me sentaba en uno de los taburetes, apoyando los codos en el acero inoxidable, y tapando mis oídos, ajena al mundo que me rodeaba, cerrar mis ojos y descansar un poco. Escuché cómo los gritos sonaban más altos, y la voz de Ilya a mi lado, susurrándome que todo estaba bien, al mismo tiempo que su brazo me rodeaba la espalda  y me susurraba palabras relajantes al oído.

-          Puede que sea tu hija quién necesite un par de nalgadas en el culo. Miriam ha recibido la mejor educación posible durante…
-          ¡¡¡Claro!!! ¿Cómo no? Por eso llamaba a mi hija “Diccionario Andante” siempre que la presentaba a alguien- intervino mi madre, que acababa de llegar, furiosa-.
-          ¿Quién te ha dicho nada, Lourdes?-dijo mi tía.
-          ¿Y quién le dice a usted que puede tutearla, señora?- contraatacó mi padrastro, con nervios de acero y voz sacada de la penumbra.
Mi hermano corrió dentro y yo rodé sobre mi asiento para esconder mi cara en el pecho del que, si Dios quería, continuaba siendo mi novio. Él sólo me apretó, apoyando su cabeza sobre la mía, y masajeando mi nuca, besándome el cabello cada poco y tocándomelo cada mucho.
Debía reconocer que me sentía segura en sus brazos, incluso cuando le rozaba adrede, pero eso me daba más miedo aún. Si terminábamos por cortar, no sé cómo sería mi vida… Después de cuatro años de relación, y dependiendo psicológicamente de él, era una tortura y a la vez una bendición. Tortura por el miedo atener que emprender mi vida nuevamente sin alguien, pareja, que me amara; bendición por sentirme tan querida y necesitada, valorada y estimada.
Yo ya no escuchaba nada, tampoco quería… Sólo pensaba en que daría mi vida por el amor de Ilya y aún más. No tenía palabras para explicar todo lo que él iba provocando en mí día a día, ni lo que sentía. Todo era dulce, el blanco y negro se volvía color… Y yo sólo estaba segura de que le amaba y le haría sentir lo mejor del mundo a mí lado. Porque él me daba su amor sin medir, y yo quería pasar mi vida entera junto a él. En realidad, es poco decir que soy quién le cuidaba desde la distancia, incluso es poco decir que encuentro mi paz en cada beso suyo…
Recordé la vez que me parecía que me pedía matrimonio. Me estaba cantando una canción de Chino y Nacho, y una de las estrofas insinuaba tal compromiso… Recuerdo cómo le dije si me pedía matrimonio con esta canción… Y cómo él me decía <>, yo le contesté que más le valía.
Otra mano, distinta a la de Ilya se apoyó en mi hombro. Unas manos muy suavecitas y pequeñas me pusieron un MP3 ya encendido, donde sonaba una versión de Downton Abbey, Every breath you take. De reojo, di las gracias a mi hermano, me miró mi pequeñín con los ojitos azules, sabiendo que todo iría bien, pero no tuve tiempo de más, Ilya se puso tenso y apretó demasiado su abrazo, pensando yo lo peor. Escuché como que decía algo de mala gana, y luego explotaba  en insultos enfadado, hasta que yo no pude aguantarlo más. Apegada a él me giré a mi familia, y dije:
-          Estoy cansada de todas estas tonterías. ¿Alguien puede decirme, preferiblemente tú, Miriam, qué hacías encima de Ilya?
Hubo un minuto de silencio demasiado tenso. Mis primas se miraron entre sí, dudosas de contar la verdad.
-          No me enfadaré-prometí.
-          Lo hacíamos… Para dejar constancia de si su amor era real, o no.
No me hizo falta ver la cara de Ilya para saber que sus ojos estaban desorbitados y su enfado crecía dentro de él.
-          ¿Perdón? Creo que sigo perdida en vuestra explicación y sus actos.
-          O sea…-decía Miriam-, me puse a intentar seducirle para saber si te amaba de verdad o no le importabas tanto… Para saber hasta dónde llegaría por ti.
-          Creo conocer lo suficiente a la persona amada como para saber cuándo me mentiría.
-          Pero nosotras queríamos estar tranquilas de que de verdad te merece.
-          ¿Y no podrías haber preguntado?
-          No hubiera sido lo mismo.
-          Esto es una locura. Podrías haber provocado una ruptura- estalló mi madre, que sentía afecto por su yerno-, y entonces ¿qué habrías hecho? ¿Lavaros las manos como cobardes?
-          Nosotras… No sabíamos que llegaría a tanto…
-          Evie, de veras, no te enfades, lo hacíamos por tu bien.
-          La próxima vez, dejadme en paz.
Salté de la silla, caminando hacia mi cuarto para hacer las maletas, pidiendo disculpas a mi padre por no quedarme más tiempo con él. Ilya me seguía muy pegado, agarrando mi mano.
-          ¡Pero no te enfades, mujer!
-          No me enfado- di la vuelta sobre mis talones, mirando muy seria a Miriam-, lo prometí, pero a mi no me vuelvas a dirigir la palabra.
-          No saques las cosas de quicio, contra.
-          ¡No haberte metido en mi vida! ¡Nadie te mandó!
Mi novio hacía la cama mientras yo guardaba la ropa en la maleta, asegurándome de que todo estaba correctamente  y no faltaba nada.
Volvimos a cerrar la puerta con llave, pues Miriam y mis primas seguían gritando que no me enfadara.
Me detuve, mirando a Ilya con lágrimas en los ojos, no me hizo falta decirle lo que necesitaba.
-          Ven aquí, cariño.
Sus manos volvieron a rodearme, besando mi mejilla.
-          No entiendo por qué me duele tanto… Si la odiaba desde hace mucho…
-          Porque a pesar de todo, sigue siendo tu familia…. Siempre dolerá.
-          Quiero irme, ya mismo… No soporto ni un segundo más aquí con ellas.
-          Vale, pero antes, debo hacer una cosa…

Supuse que aquello que él tenía que hacer era despedirse de mi madre, lo que yo no dudaba en hacer también, pues no sabría el momento en que volvería a verla, ni a mi hermanito, ni a mi padrastro o mi padre… Y se merecían una adiós.
Lo que no supuse que pasaría, fue ver cómo al salir, en medio del jardín rodeada de árboles, flores y niños corriendo de un lado para otro, de cara al mar, con el cielo totalmente despejado, delante de mi familia, y con un sol realmente brillante… Ilya se arrodillara ante mí, con un estuchito plateado en sus manos.

-          Puede que no sea una pedida como realmente se merece una princesa como tú, una dama tan bella e importante… Pero debo hacerlo de alguna forma, y no me importa si para que aceptes tengo que bailar claquet, cantarte nuestra canción, recitarte frases de Shakespeare, ser famoso, o llevarte al fin del mundo. No me importa, si tengo la posibilidad de pasar el resto de mis días a tu lado, aunque no pueda darte todo lo que quieras: una mansión con lago, campo, caballos, habitaciones enormes y espaciosas, junto con la biblioteca repleta de libros, y con sala de música; viajes alrededor del mundo, visitando los sitios específicos, o poder ver el espacio exterior… Pero sí que puedo asegurarte, que haré todo lo posible para hacerte la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, ya sea mostrándote ese universo alquilando un salón y haciendo un vídeo en 3D; pintando partes de nuestra casa tan real, que parezcan pasillos o ventanales de colores; como si recogemos a todos los perritos abandonados y nos los quedamos… No me importa hacer lo imposible, porque se que vale la pena… A pesar de  que mi rodilla se esté durmiendo sobre el suelo, y probablemente haga el ridículo delante de todos… Sólo quiero oírte decir que sí… A mi pregunta de…- el jovenzuelo, nervioso pero muy seguro de sí mismo, enfrentó el futuro que se le vendría encima con una joven que poseía un carácter difícil de controlar, una personalidad muy complicada, y el espíritu de una romántica soñadora-, Evangeline Jenner ¿me concederías el honor de casarte conmigo
-          Yo-no sabía qué decir. No me esperaba su proposición, mucho menos ese día, después de lo acontecido… Nunca pensé que llegara tan temprano la petición de mano. Ni siquiera mi futuro estaba asegurado, ni sabía que me deparaba. Pero uno nunca sabe que pasará dentro de diez segundos, y yo sabía que le amaba. No tenía que esperar ninguna prueba de ningún tipo-, yo estaría encantada de pasar mi vida contigo, Ilya.


Y cuando las estrellas brillen
Con mas fuertemente en el cielo aterciopelado,
Pediré un deseo para enviarlo al cielo.
Y entonces hacer que quieras llorar
Las lágrimas de alegría por todo el placer,
En la certeza de que estamos rodeados

martes, 27 de diciembre de 2011

Navidad.Part.7.

-          El paro está bajando, pero la única realidad, es que los pobres son más pobres, y los ricos, ¡Más ricos!
Desde el salón mi familia paterna despotricaba sobre el discurso del rey, grabado en vídeo desde que fue emitido; y estando ellos borrachos, aclamaban, despreciaban, reprochaban o tildaban al rey de mentiroso e inventor, pues era el menos indicado para dar ánimo a la población española, cuando su familia real y él gastaban más de dos millones de euros, la mayoría impuestos, de buena vida. Fueron sus gritos los que me despertaron de la ensoñación en la que me encontraba, abrazada a Ilya, bajo la ropa de la cama (sábanas, manta térmica y colcha).
La vida junto a él era muchísimo más fácil, tranquila en cierto punto de que no tenías que ir corriendo a todas partes; viviendo nuevas aventuras cada segundo del día, amando sin límites, soñando que todo es posible... Habíamos perdido el rumbo, no sabíamos cómo salir adelante  sin apoyo... Pero desde la distancia, él llegó, sin aviso de ningún tipo, regalándome su corazón... Era extraño, saber que te amaban en España, y tú en las Islas Canarias, intentando mantener el orgullo y no caer en la desesperación y lo imposible de nuestra relación. En realidad, sólo faltaba valor para iniciarla, persistir bajo la tormenta.

Una vez, cuando todo era ideal junto a él, aunque fuera un sueño, me sentía junto a él, estando a mi lado, protegiéndome... Sabía en un punto concreto de nuestra relación que nos encontraríamos, aunque tardáramos una vida completa en poder vernos. A través de todo, sabíamos que el amor resistiría lo que fuera.
Más allá de toda posibilidad de ruptura, seguíamos creyendo en nuestros pasos, a veces con miedo, otras con ilusión, pero siempre con fuerza y decisión. Y a cualquier distancia, nuestras vidas y amor, siempre estuvieron ligadas por un lazo muy fuerte.
Soñábamos con un mañana, un nuevo mundo que llegaría, era posible si él estaba a mi lado, decididos... No existían fronteras cuando dormíamos, siempre aparecía en mi mente. Vivíamos con la emoción de volver a sentir, pero en carnes propias. El sol siempre brillaba en el mar, recordándonos la bondad que teníamos en nuestro futuro. No habrá nadie que destruya de nuestras almas la verdad, nadie... Eso me lo decía siempre... Y me encantaba imaginarnos sin barreras, sin arrepentirnos de nada... Sólo era posible todo estoy y mucho más, si estábamos juntos, todos los días, como sería de hoy en adelante.

Nadie se pudo enterar de las veces que estuvimos moviéndonos, pues la cama no tenía pequeñas barras de hierro debajo, y estaba bien sujeta al suelo. La puerta estaba cerrada con llave, por lo que nadie podía entrar y pillarnos in fraganti. Pero ahora, despierta, a punto de amanecer, y escuchando los gritos de mis tíos que al parecer no durmieron nada, decidí mandarles a echarse una pequeña siesta para el tiempo que quedaba.
Saqué de mi maleta la ropa que me pondría hoy: unos pantalones vaqueros hasta las caderas, unas botas negras de lana y una blusa de manga larga blanca. Pero antes de salir por la puerta, mi chico se despertó, preguntándome a dónde iba tan temprano. Me acerco lentamente, sonriéndole, acostándome a su lado, y besando su puente de la nariz.
-          Vengo en seguida, sólo voy  a mandarles a callar…
-          ¿Y para eso necesitas vestirte?
-          No iba a salir con la bata que me regalaste- saqué mi lengua, al mismo tiempo que él se reía por mis muecas-. No tardo, de veras. Sigue acostado.
Sus manos se dirigen a mi pelo, jugando con él.
-          ¿Recuerdas hace años, cuando te dije que quería una foto tuya en cuanto te levantar?
-          Sí, me daba vergüenza que luego te arrepintieras.
-          Nunca lo hice; pero me encanta despertarme junto a ti, ver tu pelo desordenado como muestra de la agitada noche que disfrutaste, ver tus ojos color miel, con ligeros tonos de verde, totalmente somnolientos, y tu voz, tan ronca y excitante… Una diosa con palabras mayúsculas.
-          Tu pequeña diosa. Pero debo irme… Cuánto antes me vaya, antes podré volver contigo.
-          Y entonces me deberás un beso.
-          ¿Sólo uno? Vale.
-          Cachís...
Besé sus labios, y en menos de un segundo, impidiendo que él pudiera retenerme, salí corriendo escaleras hacia abajo.


                                                             ******************
-          ¿Miriam? ¿Qué haces aquí? ¿Buscas a Evie?
La joven me miró como si fuera un postre para un niño en verano, deseable y sabroso.
-          En realidad, venía buscándote a ti…
Sentándose en el borde de la cama, justo donde durmió mi Evie, pasó sus manos por mi cara, provocándome unas pequeñas cosquillas, y no de placer precisamente.
-          ¿Para?
Esta chica no me cae nada bien, pensé para mí mismo, pues no dejaba de intentar buscarme, o seducirme de tal forma que pusiera los cuernos  a su prima… El caso es que si son primas, ¿cómo van a querer desearse una a otra lo peor? Menos por estas fechas…
-          No sé que le ves a Evie, sinceramente. Es una chiquilla tonta, tímida, ingenua, no sabe nada de los placeres de la vida y…
-          ¿Acaso tú sí los conoces?
-          Puede- su mirada recorrió lentamente mi pecho, que inmediatamente tapé con las sábanas, o lo que quedaban de ellas-. Pero me interesa saber cómo es que acabaste tan enamorado de ella, como dicen los demás.
-          Quizás porque no parece andar buscando nada, de forma interesada en ningún hombre que le rodee.
-          Yo tampoco lo hago- me miró con picardía.
-          Eso no lo sé. Pero intentes lo que intentes, te pido por favor, que te vayas ya.
-          ¿Tienes miedo de que pueda conseguir lo que quiero de ti?
-          De lo que tengo miedo, es que Evie entre por esa puerta, y mal interprete.
-          Puede que ella deba hacerlo. Así tú estarás libre para mí…
-          Yo nunca seré tuyo. No es la primera vez que me las veo con chicas que no saben cómo pasar su tiempo libre. Y estoy completamente enamorado de Evie, métetelo en la cabeza, y vete. Pues estoy intentando ser amable, y puedo terminar por sacarte a rastrar, algo que no me gustaría.
-          Veremos, Darling.
Miriam se me echó encima, gritando, dando a entender que en el cuarto de al lado se hacía el amor, como si de una tormenta se tratara y todo el mundo debía conocer. Mi problema era que no quería hacerle daño, intentando detenerla, usando poca fuerza, pero que sólo servía para acercarla más a mí.
Sin darme cuenta, me quitó las prendas que cubrían mi desnudo, y se puso encima de mí, mientras seguía gritando.
Los pasos apresurados de Evie no tardaron en escucharse, y ella apareció asustada en el umbral de la puerta, junto con su padre, bate dispuesto para ser usado como arma de defensa.
Pude ver perfectamente como el semblante de los dos cambiaba radicalmente, el que más me llamó la atención y mas preocupado me tenía era el de mi enamorada. Pasó de  blanco a verde, de verde  a morado, de morado a rojo, y de rojo a negro de rabia. Tan negro era su color que de golpe tiré a Miriam al suelo, corriendo hacia Evie por si se desmayaba al apretar fuerte los puños y aguantar la respiración para no gritar.
-          Cariño…
Sus ojos se fijaron en los míos, totalmente gélidos, llenos de desprecio.
-          A mí no me llames cariño, hijo de puta.
Cogió de su mesa las llaves del coche, bajando las escaleras de dos en dos, mientras yo intentaba taparme con unas sábanas y esquivar al armado hombre.
-          Déjeme salir…
Miriam se adelantó mientras mi suegro la insultaba de todo y de lo último. Aproveché su despiste para bajar apresurado y apreciar la brutalidad con la que mi novia cerraba la puerta y Miriam chillaba en el exterior con ella. Los retazos de la conversación que llegaron a mi oído, sobre todo las palabras de Evie fueron: ojalá lo hayas disfrutado porque si fuera por mí, te dejaba sin ovarios ahora mismo. Me sorprende que tardaras tanto en tirártelo, total, eso hacen las guarros, destrozar relaciones. Pero gracias, así sé que el chico no valía tanto la pena como para guardar fidelidad. Al igual que sé ahora, que la gente como tú no vale ni una mierda.
Abrí la puerta, cogiendo la mano de Miriam a punto de que pegara a Evie, tirando de ella hacia atrás, mientras, angustiado, pedía por favor a mi novia que me dejara explicarme.
Pero no hubo forma, no había empezado a hablar cuando Miriam y Evie se pelearon, tirándose del pelo, blasfemando, incluso haciéndose feas heridas.
Mi suegro salió también del bar, dictaminándome que me vistiera y saliera, mientras él intentaba separarlas.
Y así hice.
                                                      ********************
-          ¡No te soporto!
-          Si él quería, estaba en su derecho.
-          Claro que tiene derecho, pero conmigo, zorra.
Un derechazo que provenía de mi brazo impactó bajo la mandíbula de mi prima, derrumbándola contra el suelo. Sentí unos brazos rodéandome, pero que me impidieron esquivar la patada que mi prima me procuró entre las piernas, cayendo de dolor, y sin equilibrio.
Intentaron ponerme en pie mientras mi tía Elidia echaba la bronca a Miriam por su comportamiento. Pero eso no me importaba a mí, porque la persona a la que yo creía la más noble de todas, me había traicionado.
Cogí de nuevo las llaves del coche, entrando en él y encendiendo el motor.
-          Evie, ¡¡¡espera!!!
No me importaba quién estuviera llamándome, yo ya ponía la cuarta marcha y salía corriendo con el Mitsubishi 3.000 gt cuesta abajo. Programando mí radio caset para que sonara una canción lo suficientemente aceptable en esta situación.
Mantuve el pie en el acelerador, incrementando de esta forma la velocidad, y dando las curvas cerradas con mucho peligro de salir de la vía. ¿Pero qué más daba? No me interesaba.
Notaba como la gravedad me empujaba en una y otra dirección, relajando unas zonas de mi cuerpo, incrementando la presión en otras.
Me había cansado de todo. ¿él me había puesto los cuernos? ¿Por qué? ¿Acaso no era suficiente con lo que yo le daba? ¿O tan repugnante le terminé resultando que sólo le interesa lo de él? ¿Qué hice mal? Pero es que yo no tengo la culpa ¡La tiene él! ¡Y encima con una prima!
Ilya me había mentido todo el tiempo, nunca sintió nada por mí, o conocía a mi prima de antes y quería mantenerlo oculto... ¡Pero es que nada tiene sentido! ¿Por qué iba a hacerlo?
él era todo lo que yo amaba... Como mi hogar...
Siempre fue ella la que quería todo lo que yo. Deseaba ser yo misma, y se convirtió en mi enemiga... ¿Pero y mi novio? ¡Qué tortura! No sé ni cómo controlar mis pensamientos... Mi cabeza está a punto de estallar.
¿Es él un novio de verdad? La verdad nunca pensé que me traicionara, tantas promesas que me daba, tantos sueños juntos... Para nada... Sólo había una explicación: fui un mero pasatiempo.
La gente tiene razón cuando dice que no merezco nada, soy imposible de amor, de una u otra forma nunca tendré una pareja de verdad.... Una maldición que me ha acompañado siempre... ¿Pero a dónde pertenezco entonces?
¡¡¡Joder!!! Yo soy una periodista reconocida, tengo todo lo que quise, y viene este imbécil a retozar con mi prima... Pero resulta que éste imbécil... Dios... Es el amor de mi vida...
Mi corazón, se rompía a cada metro que me separaba del bar, ansiando volver, como un perro, aunque fuera por migas de amor.
<> Pero era imposible... Aguantar la gran verdad...
Era revelador saber cómo podía sentir tanta adrenalina en mis venas en pocos segundos… Segundos que sin saberlo, durarían mucho menos de lo que quería.
Un grito sale de mi garganta, apretando el volante con fuerza, cerrando los ojos durante un instante, soltando la rabia... Mientras la canción sigue sonando.
Una moto me adelantó por la derecha, parando más adelante, obligándome a derrapar con el coche por la carretera, tirando el cinturón fuerte de mi cuello… Y grité de dolor y frustración por todo lo que un día era mi metrópoli de sueños convertidos ahora en cenizas.
Lloré, rabiando, porque sonaba justo la frase “save the night, save the day, save your love, come what may; love is worth, everything we pay”.
El jovenzuelo, de pelo negro encrespado, desmontó de su vehículo, acercándose al mío.
No hacía falta que me fijara mucho, sabía quién era y por qué estaba.
-          Déjame explicarme…
-          No hay nada que decir.
-          Joder, Evie, no lo hagas más difícil, no te cuesta nada escucharme tres minutos.
-          ¿Piensas que en tres minutos conseguirás convencerme de lo contrario?
-          ¡¡¡Pero déjame hablar!!!

                                                *******************
Mi voz, provocó en ella una reacción mucho peor de lo que imaginé, pues se calló, con los ojitos anegados en lágrimas, bajando sus hombros, como una niña que recibirá una bronca por no hacer algo bien, como la niña incomprendida y maltratada que ella fue.
Abría la puerta del conductor, cogiendo sus manos entre las mías, levantando su mirada.
-          No pasó nada, lo juro. Yo estaba esperándote, y ella entró como si nada, se puso en la cama y se subió sobre mí mientras yo intentaba quitarla.
-          Sí hombre… ¿Y cómo explicas sus chillidos?
-          No sé cómo hacerlo… Pero créeme cuando te digo que te amo, y que no te he sido infiel…
-          Es imposible de creer lo que me dices- su carita giró en sentido contrario a la mía, desramando una lágrima cristalina, capturada por mis yemas.
-          Eres lo más importante para mí… Si te hiciera daño, sería hacérmelo a mí. Ven conmigo al bar, y verás lo que dice tu prima Adele respecto a esto. Verás que tengo razón. Y que nuestro amor, puede mucho más de lo que te imaginas.
-          Quiero creerte…
-          Pero es difícil, lo sé… Sólo vuelve allí conmigo, verás quién dice la verdad.
Y aún así, nos quedamos mucho más tiempo en medio de la montaña, con el viento acariciando nuestras cabezas,  y la suya enterrada, desgarradoramente llorando, sobre mi blusa.
Mientras recordaba lo que ella necesitaba: una familia que la quisiera de verdad, que no la dejara de lado.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Navidad.Part.6.



-          He visto cómo te mira.
Dos figuras pegadas a la pared. Sus figuras oscuras dibujadas sobre la moqueta color caoba. Género masculino y femenino hablaban sobre una persona común que se reía con una mujer en el fondo de la sala.
Pero mientras él hablaba, la mitad de mi cerebro quedó puntualmente bloqueada.
La mirada de Ilya voló buscándome, lo que no le resultó difícil pues seguía mis pasos para ser el primero en darse cuenta si necesitaba ayuda con algún asunto.
Mi  mente regresó al instante en que mi padre me daba constancia sobre la manera peculiar y a la vez especial en la que me miraba su futuro hijo político, con un poco de suerte, si algún día nos decidíamos a dar un paso más fuerte y decisivo en nuestras vidas.
-          ¿Y cómo me mira, papá?- sin mover la cabeza, fijo la mirada en mi novio, en sus brillantes ojos y su divina sonrisa.
-          Como si fueras lo más importante que le ha pasado en la vida.
Y era verdad. Desde el 8 de noviembre del 2011, él no dejó de repetirme, en todo momento, lo esencial que era para su existencia; después de todos los problemas que tuvimos para vernos por ordenador, de las complicaciones para viajar tanto a la Península Ibérica como a las Islas Canarias; el dinero que nos impedía llamarnos o la protección de nuestros padres, en su caso, excesiva. Fui como su balsa de salvamento en todo momento, incluso como la pequeña estrella en el firmamento, siempre brillante, que le ayudaba a soñar despierto y vivir un mínimo, una vida privada.
Una de las frases que más nos gustaba repetirnos, y que teníamos pegada en nuestro tablón de fotos era :Tras la oscuridad, tras el desconcierto… Renace la esperanza…Llega el encuentro.
Porque el hecho mismo de empezar una relación a distancia; la posibilidad, por ardua o dificultosa que sea de sacar a flote lo que muchos creen una fracaso desde el comienzo, es tener narices ante la vida.
-          Si tanto se nota- le dije a mi padre, retomando el hilo de la conversación inacabada, más adentrada la madrugada-, puede que sea porque es la verdad.
-          No lo dudo, pero además te mira como si fuera imposible vivir sin ti y eso no lo veo…
-          Papá, lo que veas o dejes de ver, no es que sea algo muy acertado, y aunque percibas, por tonto que sea, algo, no creo que estés en el mejor sitio ni lugar para decirme cómo es el amor de verdad, qué se siente, o cómo se ve ante los demás. Y ni falta hace que te recuerde la forma en que trataste a mi madre cuando tú más que nadie decías que la amabas, porque sinceramente- cara a cara a mi padre, con el riesgo de que me pegara, decidí una nueva alternativa que durante años reprimí por miedo-, no eres el mejor para decir nada.
Daba media vuelta, justo cuando recordé la frase perfecta para hacerle ver una gran verdad, una verdad manteniendo oculto todos los trapos sucios que hizo el hombre, padre si puede llamarse, con mis seres más allegados:
-          Si en algún momento, necesitara un consejo sobre el amor, sin dudarlo, hablaría con mi madre; pues es ella quien sabe de primera mano el significado del amor.
Y así de simple, conseguí que mi padre saliera al exterior, llorando, mientras un 5% de mi estaba arrepentida de la declaración acontecida.
-          ¿Cariño?
-          Dime, Dacha…
-          Es un poco tarde… Y creo que te hace falta dormir un poco.
¿Lo necesitaba? Sí, quería irme a la cama desde hacía dos horas y no podía, porque me daba miedo que mi prima intentara algo con mi novio. Tenía que dormir, o al menos descansar mis pies de los tacones que los tenían molidos.
No hizo falta escucharme nada, un solo vistazo al cambio radical de la sonrisa a las comisuras hacia abajo, le indicó mi principal necesidad… O una de ellas, como ya vería más adelante.
Cogió mi mano mientras subíamos las escaleras hasta el último piso, que daba de cara al mar con una pequeña terraza decorada con flores de todo tipo: rosas, siemprevivas, margaritas…
Algo que me sorprendía de Ilya es que siempre miraba mucho más allá de lo que la gente quería, y les ayudaba a conseguirlo. Aunque casi toda la población quisiera ser famosa, conocida mundialmente, y reconocida por sus labores, él en cambio sólo quería ayudarles a ser cómo realmente eran, y lo importantes que podrían llegar a ser, si en vez de pasar todo el tiempo fingiendo ser quién no eran, se dedicaban a vivir la vida cada uno a su manera.
Entonces, justo en el momento en que veías la forma en que sufría él también, pensabas si realmente valía la pena  esclavizarse de por vida a algo que no merecemos.
Y fue la forma en la que me sentó sobre la cama, arrodillándose ante mí, desatándome las cintas de los zapatos, lo mucho que se preocupaba por verme feliz y en plenas facultades.
En cuanto terminamos de ellos, se puso manos a la obra para aflojar el vestido desde detrás, rozando lentamente mi piel desnuda, con las yemas de sus dedos. Doblé ligeramente mi cabeza hacia la suya, disfrutando del calorcito sobre la piel fría.
-          ¿Es o no cierto que te hacía falta separarte de ellos?
-          Sabes que diga lo que diga, siempre sabrás qué pasa por mi cabeza...
Sus labios se posaron sobre mi hombro, besándolo con los labios, alimentando mi deseo de sentir sus brazos alrededor de mí bajo las sábanas.
Estábamos unidos en un medio abrazo mientras cada célula de mi piel estallaba en un fuego líquido. Fascinada, desorientada, me relajé sobre él, sintiendo el zumbido de su pulso en las venas. Hundí los dedos en su pelo oscuro.
Seria tan fácil que me hiciera rodar debajo de él, presionándome con su peso sobre las sábanas bien planchadas. Sentí la firmeza de sus muslos por entre las capas de tela, provocándome el primitivo instinto de abrirme a él, y dejarlo moverse sobre mi cuerpo.

Escuché a Ilya  soltar el aliento.
Recordé una conversación que había escuchado de los labios de mi madre con mi abuela Zoé, mientras cenábamos. Hablaban sobre los puntos a favor de su yerno, como la forma educada con la que trataba todos, o lo relajado que parecía para una chica tan impaciente como yo. Otro punto a favor de mi chico era que parecía ser un buen marido para Evie (que era como me llamaban después de sacar la carrera de periodismo en poco tiempo, y escribir mis artículos con un seudónimo). La adora, en realidad. Uno nunca hubiera imaginado que Evie, una joven tan tímida, y el chico, aparentemente tan desinhibido, o un golfo sin corazón (que era lo que contrastaba Elodi, la mejor amiga de Lali; formaran tan buena pareja;.
Ilya es un hombre seguro de sí mismo y sofisticado, posee una belleza masculina tan deslumbrante, que las mujeres retienen el aliento al mirarlo. Pero basta una sola palabra de Evie, para hacerlo venir corriendo. Aunque su relación es sosegada, al menos en apariencia, algo intenso, misterioso y apasionado fluía  entre ellos dos; Decía mi prima Lali como respuesta a Elodi.
Su cuerpo se había puesto tan insoportablemente duro que el roce de la tela de los pantalones era suficiente para hacerlo estremecerse. Luchando por controlarse, él se concentró en respirar. Respiración. Mientras yo me reía de su comportamiento.
Mortificada por la vergüenza, saqué los brazos de las mangas. Deslicé el vestido hasta mis caderas y librándome de todas las capas de tela roja y encajes, las dejé caer al suelo en un montón.
Ilya clavó los ojos en el vestido como si fuera alguna clase de animal exótico que nunca había visto antes. Lentamente sus ojos regresaron hasta mí,  y un sonido estrangulado surgió de su garganta cuando empecé a desabrochar el sujetador.
Me sentí tímidamente perversa, desvistiéndome delante de él. Pero me animó a continuar el hecho de que él parecía incapaz de apartar los ojos de cada pulgada expuesta de piel. Cuando solté el último gancho de metal, lo dejé caer junto al vestido.
Ilya cerró los ojos, su frente dibujada con profundos surcos a causa de la concentración.
-          ¿Tanto miedo tienes de verme bajo la luz de la luna?
El reto surtió efecto.
-          No lo tengo.

Esta historieta, y las muchas que vendrán en adelante, va por todas esas parejas que hoy en día, pueden decir que el amor es mucho más fuerte que la distancia.