miércoles, 23 de julio de 2014

Virginia's Hapiness







Ella es Virginia.


Tiene 18 años.

Y es mi prima.



Mi prima está como una cabra. Cuando está con sus amigas es muy loca, pero cuando está entre primas, puede llegar a parecer una psicópata.




También tiene complejo de princesa. Pero con razón. Es la chica más valiente que conozco. Si está triste, ella sale a la calle con una sonrisa de oreja a oreja. Siempre tiene una para cada amigo. Siempre está ahí para ayudar, menos cuando se olvida de ti por accidente. Pero es normal. Las princesas tienen muchas obligaciones. Entre ellas, no perderse ningún concierto de One Direction.


También es modelo. Pero no de las que cobran un millón de euros por un desfile, ni las que están en los huesos. 
Ella es modelo en las reuniones familiares, cuando nos escondemos en los coches y agotamos las memorias de los teléfonos con tantas fotos. O cuando promociona galletas a las cinco de la mañana, en las fiestas del pueblo. (Aunque las galletas estaban caducadas...)


Y siempre está cuidando y mimando a sus amigas. Incluso buscándoles pareja (no muy compatibles normalmente).
Es de las personas que está ahí para darlo todo. O te apoya, o te pega por subestimarte. Pero de una forma u otra, siempre está a la altura de lo que esperas en una amiga.

Por eso la quiero tanto. Porque sin ella, mi mundo se derrumbaría.

sábado, 19 de julio de 2014

Goodbye, Alice



Hoy me han dicho que la que fuera mi mejor amiga, se marchaba a otro país para estudiar.

Yo no lo sabía.

Bueno, no. Eso es mentira.

Dos años atrás, en uno de los conciertos, Alice me había comentado que al cumplir la edad de 17 años, iría a estudiar en Alemania. Yo me apené terriblemente, y en el coche, le iba comentando a mi compañera de violín sobre mi dolor acerca de perder mi mejor amiga.

 - Tú no sabes lo que puede pasar de aquí a dentro dos años -me decía-. Sus padres pueden cambiar de opinión, ella misma puede decidir no irse. Puede pasar cualquier cosa. Y aún cuando se fuera, mantendríais el control, porque eso es lo que las amigas hacen.

Pero el caso es que, varios meses después, nuestra amistad se rompió... y las que fueran mejores amigas, apenas eran capaces de dirigirse la mirada. Una por orgullo, la otra por incomodidad.

Y ahora estamos en este punto de nuestras vidas, donde pasados dos años, una sigue el camino que trazó tiempo atrás.

La verdad es que me lamento por no haber podido luchar por la amistad... pero por alguna razón, el tren donde la conocí, partió. Y yo me quedé en tierra, con los pies mojados.

Echaré muchísimo de menos a la joven rubita que alegraba mis tardes en los martes. La que  compartía mi amor por la lectura, me entendía y buscaba soluciones. Echaré de menos a la pequeña que prometió ser el cojín que me atrapase al caer, y me ayudaría a levantar, una y otra vez.

Echaré de menos a la Alice que prometía luchar todo lo necesario por mi felicidad, que nunca me abandonaría pasara lo que pasara...

Ella  y yo éramos como los ojos. Nos movemos a la vez, vemos el mundo de la misma manera, aunque no nos veamos la una a la otra.

No sé por qué motivo tardamos tanto en conocernos, ni por qué fue tan efímero el tiempo en el que nos quisimos... ni de por qué fue tan fácil separarnos... Supongo que una llama que arde tan brillantemente no está destinada a durar.

Pero ahora entiendo por qué algunas personas nos volvemos malas... El dolor nos abrasa, nos hace sentir impotentes. Nos da miedo que si nos permitimos ser felices por un segundo, nuestro mundo se derrumba, y eso suele pasar más de lo que queremos.

Es por esa razón que nos volvemos fríos, por la cantidad de cosas que nos están quemando por dentro.

Y una en especial...

 La humanidad es la debilidad más grande de una persona. No importa cuál fácil sea apagarla, ésta simplemente sigue luchando para volver.