domingo, 14 de septiembre de 2014

Mother's love

Estaba yo conectada en mi ordenador, cuando mi madre entró en la habitación, con su rostro preocupado de siempre.

 - ¿Podrías hacerme por favor, un toque Zen para los nervios?

Yo la miré, al principio casi sin comprender. No estaba cumpliendo mis deberes de una meditación diaria para mantener mis chakaras activos, pero me dije "¿qué mas da? Es mi madre. Haría cualquier cosa para que ella estuviera bien. Aunque ello significara perder mi energía".

Así que la senté en mi silla de escritorio, coloqué mi mano en su cabeza, y respiré hondo.
El ejercicio duró cinco minutos. Cinco  minutos en los que sentía mi mano dolorida por la posición, cinco minutos en los que intentaba mantener mi mente despejada y transmitir tranquilidad a mi madre.

Al finalizar el toque Zen, se puso en pie. Yo le acaricié la espalda y nos dimos un abrazo corto. Entonces llegó hasta el umbral de la puerta y se le escuchó sollozar.

Llegué a su altura,  contemplando su rostro anegado en lágrimas, la necesidad de ser consolada.

 - ¿Qué pasa? ¿Por qué llorar, mamá?

Ella me dijo:

 - No es nada. Es sólo que tenía ganas de llorar.

 - Anda, ven. Dame otro abrazo.

Nos volvimos a fundir en los brazos de cada una. Mi madre llorando al lado de mi cuello, y yo aguantando mi propio dolor.

 - Te quiero -le dije.

- Y yo a ti -su voz apenas un susurro.

 - Lo sé.

Al separarnos, y ella cruzar la puerta, le escuché decir "Ahora te echaré muchísimo de menos"...

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