Desde la antigüedad la mujer ha sido uso de burlas, risas,
críticas, ofensas, violencia… En 1864 se consideraba que una mujer representaba
la maldad de saber demasiado por el mero hecho de recibir la “misma educación”
que el hombre; ellas no sabrían usarlo, ni valorarlo. Pero tampoco se les
presentaba la oportunidad de demostrar al mundo la capacidad de raciocinio de
nuestra especie femenina.
Se dice que la base de la igualdad de género está en la
escuela: en cómo se educa a los niños pequeños en los derechos y equivalencias
entre hombre y la mujer con el fin de evitar los casos tan graves (y muy
actuales) de asesinatos a mujeres por sus parejas o ex – parejas (para ellos un
simple ajuste de cuentas).
En pleno siglo XXI, cuando se hace crear que el
reconocimiento de la mujer está fundamentado en bases resistentes, aparecen en
la televisión nuevos “ajustes de cuentas” entre parejas, un sueldo desigual en
la empresa, un trato diferente en una organización, una suerte distinta,
diferentes cosas que se van sumando rápidamente hasta formar una bola de
desperdiciados valores y energías en hacer ver una realidad. La mujer
empresaria está cansada de luchar y a menudo olvidamos aquellas hembras
africanas persistentes que frente a su explotación y maltratos cargan grandes
cantidades de peso al día para cobrar un sueldo ínfimo (y a veces ni eso) para
ayudar a sobrevivir a sus hijos… Es cierto que a veces ni nosotras mismas
recordamos lo subdesarrollados que están algunos países y las fuertes
discordancias entre los más ricos.
Sólo hace falta echar la vista atrás para descubrir la lucha
incesante que llevan las féminas a favor de su reconocimiento. Poco a poco
lucharon por el derecho a votar, y aunque costó ponerlo en práctica y muchas
murieron por el camino, han hecho posible una gran parte del sistema
democrático europeo y estadounidense. Aunque a veces deja que desear. No se
rindieron cuando tenían que cuidar del marido, casa e hijos en la época
Franquista.
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