martes, 1 de enero de 2013

Come home-1

 - ¡¡¡Venga, venga!!! ¿Dónde están los chicos?
 - ¿¡Todos listos?! ¡Falta un minuto!
 - ¿¡Dónde está mi cámara!?
 - Michelle, date prisa.
La plaza estaba llena.Todos buscaban aquello que necesitaban para ese momento, aunque algunos estaban preparados desde hacía mucho rato: cámaras encendidas, la botella de champagne situada bien cerca, las bolsitas de cotillón y serpentina abiertas, y la bola de New York bajando..
Ajena a tanto alboroto, una joven se mantenía aferrada a su bolso, sintiendo cómo algo nuevo en su interior crecía rápidamente, semejante a cuando de pequeña esperaba, rodeada por su familia y uvas en mano, las campanadas.

Algo le había hecho vestirse con su mejor traje, poner la música más animada que tenía en su mp3 y conducir hasta la celebración más lejana de su piso. Sólo se dejó guiar por la música, aún cuando sus ganas eran las de pasar una noche en casa, tomando chocolate caliente y trabajando. Aunque ignoraba cómo podía llegar a cambiar su vida en pocos segundos.

 - Mira, hijo mío. Ya queda poco para vivir un nuevo año- hablo esperanzadamente una madre a los tres hijos que sujetaba. Lágrimas resbalaban por sus grandes mejillas. Eran lágrimas de alegría, llenas de felicidad y amor. Sintió envidia por esa mujer. Mientras la desconocida estaba rodeada por quiénes amaba, Catherine se hallaba en una ciudad enorme, valiéndose por sus medios, y con su familia a más de 2.356 kilómetros.
Alzó la vista de nuevo, relajando su cuerpo súbitamente. Algo por el rabillo del ojo le había llamado la atención. Las luces de las compañías y sus anuncios comenzaron a atenuarse. La ciudad estaba sumida en  la oscuridad a excepción de la gran bola blanca.
5...4...3...2...1.
 - ¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!
La multitud gritó al unísono. Las parejas se besaban, se abrazaban fuertemente, lloraban dichosos, las botellas explotaban. Y ni cuando la nueva joven promesa salió a cantar en el escenario, la marea de seres humanos seguía riendo y gritando.
Entre tanto caos ella se sintió a gusto y tranquila. Disfrutaba de cada segundo y agradecía haber ido.
Millones de pequeños papelitos de colores y tiras caían sobre ella mientras el viento acariciaba su cuerpo. Los fuegos artificiales, como dioses y dueños del cielo estrellado, hacían su majestuosa aparición. Coloridos y brillantes regueros de luz dibujaban distintas formas. Globos azules volaban por la inmensidad del universo.
Le llevó un momento darse cuenta de que era observada: un hombre moreno, de casi su misma edad, la contemplaba desde delante mientras sus amigos intentaban llamar su atención.
Catherine no se ruborizó, pues pensaba que él estaría analizándola. Si iba a hacerlo, ella levantaría todas sus barreras para no resultar herida de ninguna forma. Pero él le sonrió de una forma cálida, y ella no supo qué hacer.
Pasaron unos minutos. Cuando terminó la canción y justo cuando daba media vuelta para marcharse, alguien le cogió la mano.
 - Debería quedarse. Al menos hasta escuchar la siguiente canción.
 Al darse la vuelta, comprobó que el bello desconocido se había atrevido a tocarla.
 - No sé qué podría hacer hasta entonces- respondió nerviosa.
 - Puede bailar conmigo.
 - Me temo que no le entiendo- replicó ella.
 - Baile conmigo esta canción. Y cuando acabe, puede decidir si bailar otra más y disfrutar, o volver a la seguridad de su cama- dijo la frase como si esperara una huida por su parte. Una huida a lo nuevo. ¿Podía volver a sucederle? Dudaba de ello. ¿Qué más daba? Cogió su mano derecha, apoyando la izquierda en su hombro.
 - Buena elección- alabó con una gran sonrisa deslumbrante en su rostro-. Dígame, señorita....

 - Catherine.
 - Nombre muy bonito. ¿Su cama era tan poco atractiva como para que se fuera?
 - No-. su atrevida respuesta la sorprendió, y para no parecer seca, añadió-, pero la expectativa de disfrutar un poco más de esta maravilla era tentadora.
Su única respuesta fue apretarla más contra su cuerpo al momento que ella reflexionaba:
Las personas sufren muchísimo en silencio. A veces ni nos damos cuenta. Y otras, cuando conocemos muy bien a ése pequeño ser que tan mal lo pasa, sabemos cómo hacer para ayudarles. Aunque no podemos cargar con parte de su dolor, sí podemos ayudar a levantarse cuando caen. Como un cojín que frene la velocidad de la caída y reduzca las heridas. Para algunos basta un simple abrazo, para otros hace falta mucho más trabajo: días de comprensión, noches de consuelo, paciencia, risas, desahogos, despistes, entretenimiento...Existe una minoría que nunca se recupera de las secuelas y quedan marcadas de por vida, dependiendo cada decisión del miedo y el dolor. Y ahí es cuando dejan de tener vida,para tener solamente terror.
A ella le gustaba pensar que cada persona tiene cada mañana una oportunidad para empezar de nuevo. Para olvidar y hacer un nuevo camino. El hecho del año nuevo era una excusa para ese cambio. Podía, pasadas las doce de la noche, iniciar una nueva vida con nuevos sueños: visitar a su madre en la noche de reyes, mejorar su vestuario, visitar Venecia en carnaval y disfrazarse en él, viajar a Escocia.... O cosas más sencillas como ver ésa nueva película que tanto le había llamado la atención en el cine. Eran pequeños propósitos que cualquiera podía hacerse. Sólo había que quererlo y mantener la ilusión de hacerlos realidad.
2012 se fue muy rápido. ¿Pero qué año no lo hace? La vida en general va demasiado rápido. La vida está hecha para reír  sonreír, llorar, estar triste, estar mal, estar feliz, y finalmente, estar enamorado. ¿Qué tenemos que hacer? Salir fuera y vivirla lo máximo posible antes de que sea demasiado tarde. Porque nunca sabemos cuándo puede terminar.

 - ¿En qué piensa, Catherine?
 - En que este ha sido el Año Nuevo más extraño que he tenido.
 - ¿Y acaso de eso no se compone la vida? ¿De cosas extrañas que nos van sucediendo hasta convertirnos en alguien?
 - Sí. Tiene razón. Ahora, si me disculpa. Volveré al refugio que supone mi cama. Gracias por el baile.

No tenía ninguna gana de irse, pero no quería sentir ningún tipo de atracción por ese individuo que le ponía los pelos de punta. No quería iniciar el año con la duda de si volvería a ver a ese hombre. No quería falsas ilusiones que entorpecieran su nuevo camino. Y si por casualidad, era su destino estar junto a él, se volverían a ver, cosa que ella dudaba.
 - Debería quedarse...-repuso con voz pausada que denotaba desilusión.
 - Y usted volver con sus amigos. Además hoy trabajo.
 - ¿En qué?
 - Vendiendo- le sonrió tiernamente-. Feliz Año Nuevo.
Depuso un suave beso en su mejilla, soltando su mano y caminando en dirección contraria. Planeando su nuevo futuro. Mientras Klaus veía marchar la única mujer que aceleró la piedra de su pecho.

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